Hoy he terminado "El origen de El Señor de los Anillos" de Lin Carter. Ha supuesto una importantísima aportación crítica a mi conocimiento sobre Tolkien, a pesar de que el libro no está especialmente bien pulido y acabado. Comienza con unos capítulos muy interesantes acerca del clima cultural y social en el que se movía Tolkien en la época en la que se gestó su gran obra, y habla de sus contactos con otros escritores, entre los que destaca hoy en día C. S. Lewis, autor de las recientemente llevadas al cine "Crónicas de Narnia", libro que algún día leeré con bastante interés e ilusión.
A continuación le sigue una parte en la que se resume en muy grandes trazos los argumentos de El Hobbit y El Señor de los Anillos, una parte que cualquiera que los haya leído puede saltarse sin ningún miedo. Después viene la parte más relacionada con la literatura del libro. Carter realiza un recorrido desde las epopeyas de la Antigüedad, como la Odisea de Homero o las Argonáuticas de Apolonio de Rodas (espero no volver a olvidar que fue el primer director de la Biblioteca de Alejandría) hasta las obras de fantasía del siglo XIX pasando por los grandes ciclos medievales y las novelas de caballerías de la edad moderna. Aunque esta síntesis también es somera y resultará forzosamente simple para un filólogo, es abundante para quien nunca oyó hablar del Amadís de Gaula y suficiente para el que tiene unos conocimientos moderados sobre la materia. Por último, la parte más interesante es en la que se desgranan las fuentes dentro de la mitología nórdica de algunos de los personajes, historias y entornos de la obra de Tolkien.
Carter, que se muestra un gran conocedor de estas tradiciones nórdicas, realizó un exhaustivo estudio de todos los elementos del universo tolkieniano que provenían directa o indirectamente de la Edda Antigua, compendio de libros que califica como "el Antiguo Testamento de las religiones nórdicas": Si bien ya se conocían algunos nexos con la obra wagneriana, como era por ejemplo, el tema de los anillos, en la Edda se encuentran además algunos de los nombres que aparecen tanto en El Hobbit como en El Señor de los Anillos, ya sea literales, como Bifur, Bombur, o el propio nombre de Gandalf, ya sea ligeramente alterados como Frode. Pero no sólo nombres, también tradiciones como la espada rota que se vuelve a forjar para acabar con un gran mal, el tesoro que vuelve invisible al portador, o el gran dragón que custodia un tesoro y que sólo puede morir si se le asesta una estocada en el único punto débil de su panza.
Todas estas cosas me han llevado a realizar una autocrítica acerca de mi veneración por Tolkien. Si todas estas cosas están tomadas de la mitología nórdica, ¿no le resta mérito a Tolkien? Ni qué decir tiene que la respuesta a esta pregunta siempre ha partido de mi cabeza buscando la justificación para el "no", pero creo que tampoco me he engañado demasiado.Es cierto que tengo que quitarle algunos puntos de sus calificaciones en imaginación, pero creo que también tengo que subirle algunos a su calidad de escritor. Primero porque Tolkien encarna a la perfección los conceptos clásicos de traditio e innovatio, es decir, la capacidad de tomar la tradición y trabajarla para sacar todavía algo nuevo. Y segundo porque hace falta ser muy bueno para mezclar un corpus mitológico tan vasto como el nórdico con la propia imaginación y conseguir algo que no sólo no sea una imitación servil del material existente sino que además sea tan elegante y plantee cuestiones humanas como la amistad, la nobleza o la traición con la universalidad con que lo hace.
Y Gandalf... Reconozco que me ha dolido mucho saber que su nombre ya aparecía en uno de los poemas de la Edda, y que me hablaran de otros magos de los que podría derivar como Merlín, o de grandes personajes cuasidivinos que se camuflaban bajo harapos como él. Sin embargo, el Gandalf de Tolkien es una invención magistral, uno de esos personajes por los que resultaría imposible abandonar la lectura, un héroe, que tiene más de dios por su elevada condición humana que por lo que en él hay de sobrenatural, alguien de quien se puede llorar amargamente su muerte y del que se admira su determinación, su sabiduría, su extraña cercanía. Y todas estas cosas son única y exclusivamente del Gandalf de Tolkien, que además es el único que también es Mithrandir, el "peregrino gris" en la lengua de los elfos que Tolkien creó.
4 comentarios:
Ahora que ya te lo has terminado me lo puedes traer (te acuerdas de que te lo pedí? eh?
Aunque no soy tan fan de Tolkien como tú, me agradará leer un estudio de su gran obra para desengrasar entre Plateresco y Burckhardt...
Por cierto, ya que lo comentas, ¿para cuándo un post sobre la lengua élfica?
No creo que tengas que quitarle méritos a Tolkien por su "falta de imaginación". Creo que su valor reside, como bien dices, en haber hilado tan bien temas recogidos de sitios tan variados. Y para eso hace falta imaginación. Imagina, por ejemlo, hacer una epopeya con Odiseo, Jasón, Heracles... etc.
Al fin y al cabo, Homero tampoco fue tan original, y mírale, ahí lleva años aguantando.
Lin Carter no es nombre de mujer?
NADA es ABSOLUTAMENTE original.
las grandes ideas siempre son antecedidas de otra que por lo general no es de uno, eso lleva a que es relativo que las mejores ideas no siempre son totalmente originales..gracias por compartir el post!
Publicar un comentario