22/7/08

El Retrato del Renacimiento

El retrato siempre fue un género practicado por la mayoría de los pintores durante su carrera impregnando a estas composiciones de un aire personal, que a veces distaba de lo que pretendía el retratado. Será en el Renacimiento cuando se fijen los modelos de representación ,siendo el culmen de lo que se venía haciendo en la corte de los Reyes Católicos a través de pintores como Juan de Flandes o Michell Sittow. Un género que nos habla de esa dicotomía entre decoro e imitatio, a veces se representaba al personaje sacrificando sus rasgos no tan bellos en pos de una nueva estética basada en la belleza ideal, por ejemplo dulcificando sus facciones. Para tal astucia se recurrió a la sempiterna dissimulatio, recurso usado por oradores antiguos como Quintiliano, que no era otra cosa que disimular los rasgos del personaje representado.

El Museo del Prado ha organizado la exposición "El Retrato del Renacimiento" que comisariada por Miguel Falomir, nos introduce en esta faceta del arte a través de un recorrido por los pintores más deslumbrantes de esta época, la de los inicios de democratización del retrato. Las obras expuestas son de diversa índole y cada una de ellas despierta una sensación diferente al que las contempla:la minuciosa técnica del flamenco Van Eyck, el realismo de las figuras de Rafael, la sensualidad y lirismo que evoca el joven que nos presenta Giorgione,la inquietud y nerviosismo ante un doble retrato del manierista Pontormo, el colorido veneciano de Lorenzo Lotto, el sosiego ante el retrato de perfil de Piero della Francesca, las anatomias de Bronzino, la españolidad del Greco, la importancia de las armaduras en los Austrias españoles tanto a nivel pictórico como escultórico, los famosos retratos de Carlos V enfrentados (el de Seisseneger pintado en 1532, creador del modelo, y el conocido de Tiziano de 1533, que será el que lo difunda), el retrato de corte siguiendo las Etiquetas de Palacio impuestas por los Austrias a través de figuras como Antonio Moro, Sanchez Coello, Pantoja de la Cruz, el intimismo y la calidez de las pieles de Rubens..y así un sin fin de sensaciones que les invito logicatorcistas vayan a comprobar hasta el 7 de septiembre.

Porque tal como dijo nuestro profesor Delfín Rodriguez refiriéndose a una muestra del arquitecto inglés John Soane: "el hecho de no verla, creará una sensación de ausencia que muchos no podrán colmar" .

19/7/08

EL GATOPARDO.


Tras el Congreso de Viena, la península italiana quedó dividida en diferentes estados:

  • Reino de Cerdeña - Piamonte: al Norte, dirigido por los Saboya.
  • Estados Pontificios: en el centro, dominios papales.
  • Reino de las Dos Sicilias: al sur, dirigidos por una rama de los Borbones.
La monarquía austríaca, por su parte, mantenía su control sobre la Lombardía, el Véneto, Toscana, Módena y Parma.

A partir de las revoluciones "románticas" de 1820, 1830 y 1848, en Italia empezaron a surgir las primeras teorías de construcción de un Estado liberal unitario, destacando las de Giuseppe Mazzini.

Pocos años más tarde, comenzó el proceso de unificación que se realizó en varias fases, entre 1859 y 1860, gracias a las personalidades de Victor Manuel II y su primer ministro, el Conde de Cavour, gobernantes del Reino de Cerdeña- Piamonte. Utilizando al revolucionario Garibaldi y sus "mil camisas rojas" como brazo armado, consiguieron formar, en 1861, el reino de Italia bajo el poder de Victor Manuel II, de la casa de los Saboya.

No hay que olvidar, de todas formas, que este proceso no se vio completo hasta que, tras la anexión del Véneto en 1866, se concluyó la "conquista" del reino de Roma, en 1870, con la entrada de las tropas de Víctor Manuel II en la ciudad, hasta entonces perteneciente a los Estados Pontificios.



Este momento crucial de la Historia de Italia servirá de trasfondo histórico a El Gatopardo, única novela escrita por Giuseppe Tomasi, príncipe de Lampedusa.

El relato nos lleva a la isla de Sicilia, más concretamente al los palacios de Salina y Donnafugata, regentado por el cabeza de Familia, y auténtico protagonista, Fabrizio Salina, "il gattopardo". ¿Cómo vivía la nobleza siciliana en el año 1861, con el desembarco inminente de los camisas rojas garibaldinos en la isla? ¿Se vería desfavorecida la alta sociedad, tradicionalmente favorable a la familia borbónica?

Éstas preguntas, que podrían parecer más que suficientes para hilar un buen relato, no son más que una mínima parte de las situaciones a las que tiene que hacer frente el enorme y rubicundo Fabrizio, un personaje maravillosamente construido, que a pesar de su inflexible apariencia y su facilidad para montar en cólera, acepta los cambios inminentes que se están produciendo a su alrededor (políticos, familiares, económicos...) con una sensatez y una amplitud de miras mayor que la de sus "colegas" de la nobleza, a los que tiene en la más baja consideración, por no haber hecho nada por adaptarse a los cambios. Puede que esa "amplitud de miras" viniera favorecida por la afición a la astronomía y las matemáticas del conde...

Al autor le queda tiempo, en lo relativamente breve del libro, de tratar casi todas las fases por las que pasa el amor: desde la ceguera inicial, sin tener en cuenta a quién se hace daño, hasta el matrimonio por interés, la infidelidad, los celos, el desinterés más absoluto o el simple cariño. Tancredi, sobrino del Gatopardo, y sus amores con la problemática Angélica, jugarán un papel muy importante en el desarrollo de este punto.

Tampoco puedo terminar este post sin invitaros a que echeis un vistazo a las interesantes reflexiones que hace Lampedusa, en boca de Fabrizio, sobre el paso del tiempo, desde el punto de vista de un hombre adulto ya en el umbral de la vejez: Impresionante el capítulo VI, Uno de los mejores pasajes que he leido en mucho tiempo.

Italia, Historia, amor, odio, el paso del tiempo, riqueza y poder, perfectamente engranados en un texto que se lee con facilidad. ¿Qué mas se le puede pedir a una buena novela?

Yo he utilizado la edición de Cátedra. Lamentablemente, no puedo decir que sea una gran edición, como tiene por costumbre la editorial, porque si bien la traducción parece correcta, de vez en cuando hay ciertos errores de puntuación que, si no se está atento, pueden cambiar el sentido de algunas frases. Ah, y el estudio introductorio no está tan a la altura como cabría esperar.

14/7/08

EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS

Si hay algún capítulo conocido en la Historia del Arte Renacentista, ése es el de la accidentada relación entre Miguel Angel Buonarrotti y el Papa Julio II. Dos caracteres fuertes, difíciles de doblegar, que iniciaron su relación a partir del encargo que realizó el Papa al joven florentino: ni más ni menos que un sepulcro de tamaño colosal que se ubicaría bajo la cúpula de San Pedro.

Los avatares de la historia hicieron que el propio Julio II pospusiera sus deseos de ver terminado el sepulcro en favor de otra magna obra: Pintar los techos de la Capilla Sixtina.


Dicen las malas lenguas que este encargo fue adjudicado a Miguel Angel por consejo de Bramante, arquitecto personal de Julio II, empeñado en desprestigiar a toda costa al joven artista, que ya había demostrado su talento en obras como la Piedad Vaticana, y empezaba a constituir una amenaza.


Miguel Angel, que nunca se consideró otra cosa que escultor, acometió este encargo a regañadientes. Emprendió la obra en cuatro años, entre 1508 y 1512, justo a tiempo para que Julio II pudiera disfrutar del placer de verla terminada, tras tantos desencuentros con el Buonarrotti.


EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS es una película basada en la novela de Irving Stone del mismo nombre. En ella, se nos muestra la relación entre un Julio II muy distinto del retrato de Rafael, y un Miguel Ángel interpretado por Charlton Heston, bastante bien caracterizado.


Sin entrar a buscar errores históricos, que a buen seguro los habrá, el logro de esta película no se centra tanto en el estudio de los dos personajes principales, tan distintos pero a la vez tan parecidos, sino en lo verosímil de los decorados: muchas veces uno duda de si realmente lo son, o no.


El film, grabado en 1965, tiene los pros y los contras que se le pueden buscar a una película que ya tiene 43 años: Aunque los personajes están bien caracterizados, y bastante bien interpretados (especialmente el Julio II de Rex Harrison), se deja notar que lo que más se busca es la grandilocuencia visual. Para ello, y a falta de ordenadores que ahorraran trabajo, se hicieron reconstrucciones de la Capilla Sixtina, de lo que debió ser el "solar" sobre el que Bramante empezó a levantar San Pedro, y se gastó mucho dinero, evidentemente, en vestuario.

En definitiva, no es la película más entretenida del mundo, pero consigue que los que amamos el Arte sintamos cierto gustazo viendo a Miguel Angel practicando el estarcido para siluetear las figuras, o ingeniándoselas para hacer un andamio lo más práctico posible... o pintando La Creación de Adán.

8/7/08

Purgatorio XI, 94-96

Credete Cimabue ne la pintura
tener lo campo, e ora ha Giotto il grido

sì che la fama di colui è scura.

Para los historiadores del Arte, he aquí tres de los versos más importantes de la Commedia de Dante. La traducción más literal sería: "creyó Cimabue en la pintura mantener la primacía, y ahora Giotto tiene tanta fama que la suya se ha oscurecido".

El abrazo en la Puerta Dorada, 1303 - 1305, Cappella Scrovegni, Padua

Estos versos se citan a menudo tanto para ensalzar a Giotto, como muestra de la grandiosidad de su pintura, que se tenía superior a la del gran Cimabue, como para alabar a Dante, poeta que también era capaz de apreciar la pintura y establecer valoraciones críticas sobre este arte. Esto, que en principio podría parecer una ambigüedad que terminase en una alabanza más de dos genios de la Historia, encierra para mí parte de la admiración profunda que siento por Italia en general, y por la Florencia renacentista en concreto. ¿Dante y Giotto no eran góticos?

Dante y Giotto sólo pueden pertenecer a eso que llamamos renacimiento, que en última instancia no es otra cosa que la exaltación vitalista, natural, civil y positiva del hombre. No hay más que pasear por la Cappella Scrovegni o por el Infierno dantesco para sobrecogernos con los duros golpes de realidad que se nos presentan: todas y cada una de las figuras que allí vemos son un ser humano completo, entero; no hay apenas un pecador de Dante del que no nos apiademos ni rostro giottesco que no nos conmueva o nos interrogue sobre su existencia o la nuestra propia. Su universo está formado por hombres, que aun con todos sus lastres y sus deficiencias, son el medio elegido por la Naturaleza para conocerse a sí misma. Y tan alto honor debe ser celebrado.