29/10/08

EL LOBO ESTEPARIO

Lamento anticipar que esta entrada no conlleva ningún aporte al campo de la investigación histórico artística, y me alegra anunciar que el objetivo primero es el de abrir un debate.
A continuación, os encontraréis con un fragmento extraído de "El lobo estepario", de Herman Hesse. Espero que os lleve a hacer algún comentario al respecto.

"...muchas veces he intentado hablar con usted de música: me hubiera itneresado oír su opinión, sus contradicciones, su juicio; pero usted ha desdeñado darme ni siquiera la más pequeña respuesta.
Me miró riendo cordialmente, y en esta ocasión no me dejó a deber la contestación, sino que dijo con toda tranquilidad:
-¿Ve usted? A mi juicio no sirve de nada hablar de música. Yo no hablo nunca de música. ¿Qué hubiese podido responderle yo a sus palabras tan inteligentes y apropiadas? Usted tenía tanta razón en todo lo que decía... Pero vea usted, yo soy músico y no erudito, y no creo que en música el tener razón tenga el menor valor. En música no se trata de que uno tenga razón, de que se tenga gusto y educación y todas esas cosas.

-Bien; pero, entonces, ¿de qué se trata?

-Se trata de hacer música, señor Haller, de hacer música tan bien, tanta y tan intensiva, como sea posible. Esto es, monsieur. Si yo tengo en la cabeza todas las obras de Bach y de Haydn y sé decir sobre ellas las cosas más juiciosas, con ello no se hace un servicio a nadie. pero si yo cojo mi tubo y toco un shimmy de moda, lo mismo da que sea bueno o malo, ha de alegrar sin duda a la gente, se les entra en las piernas y en la sangre. De esto se trata nada más. Observe usted en un salón de baile las caras en el momento en que se desata la música después de un largo descanso; ¡cómo brillan entonces los ojos, se ponen a temblar las piernas, empiezan a reír los rostros! Para esto se toca la música.

-(...)Sin embargo, no es posible colocar en un mismo plano a Mozart y al último fox-trot. y no es lo mismo que toque usted a la gente música divina y eterna, o barata música del día.
Cuando Pablo percibió la excitación en mi voz puso enseguida su rostro más delicioso, me pasó la mano por el brazo, acariciándome, y dio a su voz una dulzura increíble.

-Ah, caro señor; con los planos puede que tenga usted razón por completo. Yo no tengo ciertamente nada en contra de que usted coloque a Mozart y a Haydn y al "Valencia" en el plano que suted guste. A mí me es enteramente lo mismo; yo no soy quien ha de decidir en esto de los planos, a mí no han de preguntarme sobre el particular. A Mozart quizá lo toquen todavía dentro de cien años, y el "Valencia" acaso dentro de dos años ya no se toque; (...) pero nosotros los músicos tenemos que acer lo nuestro, lo que constituye nuestro deber y nuestra obligación; hemos de tocar precisamente lo que la gente pide encada momento, y lo hemos de tocar tan bien, tan bella y persuasivamente como sea posible.

Suspirando, hube de desistir. Con este hombre no se podían atar cabos.

¿Creéis que este fragmento, esta discusión quizá manida, es aplicable a todos los campos artísticos?.

28/10/08

Pedro Orrente, el "Bassano español"

A pesar de ser murciano de nacimiento y de haber mantenido una vinculación con su patria a lo largo de toda su vida, debe ser considerado como toledano ya que será allí donde realice alguna de sus obras más significativas y su relación estilística con lo toledano es evidente. Pintor andariego, inquieto, casado sin hijos, tenebrista pues pinta contraluces intensos con fondos oscuros, alcanzará fama por sus trabajos en templos, conventos y palacios. Nació en torno a 1580 para iniciarse en el medio pictórico local años más tarde estando ya en 1600 en Toledo. Realizó por esas fechas un viaje a Italia que será decisivo para su formación. En Venecia frecuentó, tal y como relata Jusepe Martínez el taller de Leandro Bassano, una huella que estará presente en toda su obra posterior. En Toledo entablará una estrecha amistad con Jorge Manuel Theotocopuli, el hijo del Greco y desde allí realizará obras para lugares distantes como Yeste (Albacete) o La Murta (Valencia), lo que demuestra su prestigio. De Toledo se trasladará a Valencia en 1637 donde permanecerá hasta su muerte en 1645 siendo una de las personalidades más inquietas de este primer naturalismo español. En él está presente la influencia, a parte de los Bassano y de la pintura veneciana, del Greco, del pleno naturalismo caravaggesco e incluso de elementos escurialenses.

Es conocido como el “Bassano español” por sus numerosos lienzos de temas bíblicos interpretados como de género pastoril, con abundante presencia de animales y naturalezas muertas. De entre sus obras destaca el San Sebastián de la Catedral de Valencia, el Milagro de Santa Leocadia de la Catedral de Toledo; el Sacrificio de Isaac del Museo de Bilbao; el Martirio de Santiago el Menor del museo de Valencia; la Multiplicación de los panes y los peces del Ermitage de San Petersburgo; Familia de Jacob y Cabaña de la madrileña Academia de San Fernando o una media docena de cuadros y bocetos del Museo del Prado.

Pedro Orrente es una figura de primer orden entre los artistas de su generación. Sin faltar a la exactitud del dibujo sabía darle fuerza de claroscuro y brillantez. Su colorido es de casta valenciana especialmente en sus paisajes, donde suele haber efectos de luz dignos de Tiziano.Su presencia en Valencia será decisiva para la configuración del naturalismo valenciano.

26/9/08

Renacimiento en plata: Francisco Becerril


En la mayoría de los debates artísticos se tiende a infravalorar las manifestaciones artísticas que se alejen de la pintura, escultura o arquitectura, quedando relegadas a un segundo plano disciplinas como la tapicería, platería o la vidriería.
Esta discriminación doctrinal, razonable en ocasiones, resulta en cambio tremendamente injusta cuando hablamos de una figura artística tan relevante como el platero Francisco Becerril.
Hasta su aparición, la platería española de principios del siglo XVI se movía aún dentro del más puro estilo gótico alemán; se llenan cálices, custodias y vinageras de estructuras estrelladas, chapiteles, pináculos y arcos apuntados como producto de la sublimación de la arquitectura "oficial" de la monarquía española.
En 1524, Becerril es contratado como maestro platero de la Catedral de Cuenca, lo que, unido al mecenazgo que lleva a cabo el obispo Ramírez, quien se propuso enriquecer y ennoblecer el culto diocesano, le llevará a tomar parte en los encargos más importantes que se dieron en la diócesis de Cuenca desde dicho año hasta su muerte.
La importancia de su obra reside en la introducción en el género de la plata, tan importante para una iglesia pre-reformista, de los preceptos arquitectónicos, decorativos y escultóricos renacentistas. Introduce un cambio de estilo y unos modelos tan novedosos que el "estilo Becerril" se prolongará hasta los primeros años del siglo XVII. Sus custodias turriformes se llenan de relieves, pilastras, grutescos y balaustres que nos hablan de una fuerte influencia del manierismo romano, y las figuras que modela irradian tal potencia y fuerza que se dirían elaboradas por el mismo Alonso Berruguete. Crea asimismo nuevas tipologías en sus cálices y viriles, que copa de tondos, bustos y pequeñas bestias imaginarias llenas del gusto lúdico que se extendía por Europa.
Por otro lado destaca el platero por la elaboración de nuevas técnicas en el tratamiento del metal que se extenderán por toda Castilla como es el caso del torneado de la plata, que enseñaría al "Vandalino", y que éste último extendería por Andalucía.
Ahora quizás la platería sea considerada un arte menor, pero nos consta que durante la misma época, en Italia, era el aclamado Cellini quien estudiaba novedosas técnicas de orfebrería para aplicarlas a sus minuciosas esculturas, lo que serviría para que durante el siglo XVI la escultura en metal alcanzase cotas muy altas en lo que a su detallismo se refiere.

18/8/08

un divertimento veraniego

Para acusar menos el parón veraniego, cuelgo esta imagen, extraída de un cómic de DareDevil, dibujado por Maalev.


A ver a qué os suena...


22/7/08

El Retrato del Renacimiento

El retrato siempre fue un género practicado por la mayoría de los pintores durante su carrera impregnando a estas composiciones de un aire personal, que a veces distaba de lo que pretendía el retratado. Será en el Renacimiento cuando se fijen los modelos de representación ,siendo el culmen de lo que se venía haciendo en la corte de los Reyes Católicos a través de pintores como Juan de Flandes o Michell Sittow. Un género que nos habla de esa dicotomía entre decoro e imitatio, a veces se representaba al personaje sacrificando sus rasgos no tan bellos en pos de una nueva estética basada en la belleza ideal, por ejemplo dulcificando sus facciones. Para tal astucia se recurrió a la sempiterna dissimulatio, recurso usado por oradores antiguos como Quintiliano, que no era otra cosa que disimular los rasgos del personaje representado.

El Museo del Prado ha organizado la exposición "El Retrato del Renacimiento" que comisariada por Miguel Falomir, nos introduce en esta faceta del arte a través de un recorrido por los pintores más deslumbrantes de esta época, la de los inicios de democratización del retrato. Las obras expuestas son de diversa índole y cada una de ellas despierta una sensación diferente al que las contempla:la minuciosa técnica del flamenco Van Eyck, el realismo de las figuras de Rafael, la sensualidad y lirismo que evoca el joven que nos presenta Giorgione,la inquietud y nerviosismo ante un doble retrato del manierista Pontormo, el colorido veneciano de Lorenzo Lotto, el sosiego ante el retrato de perfil de Piero della Francesca, las anatomias de Bronzino, la españolidad del Greco, la importancia de las armaduras en los Austrias españoles tanto a nivel pictórico como escultórico, los famosos retratos de Carlos V enfrentados (el de Seisseneger pintado en 1532, creador del modelo, y el conocido de Tiziano de 1533, que será el que lo difunda), el retrato de corte siguiendo las Etiquetas de Palacio impuestas por los Austrias a través de figuras como Antonio Moro, Sanchez Coello, Pantoja de la Cruz, el intimismo y la calidez de las pieles de Rubens..y así un sin fin de sensaciones que les invito logicatorcistas vayan a comprobar hasta el 7 de septiembre.

Porque tal como dijo nuestro profesor Delfín Rodriguez refiriéndose a una muestra del arquitecto inglés John Soane: "el hecho de no verla, creará una sensación de ausencia que muchos no podrán colmar" .

19/7/08

EL GATOPARDO.


Tras el Congreso de Viena, la península italiana quedó dividida en diferentes estados:

  • Reino de Cerdeña - Piamonte: al Norte, dirigido por los Saboya.
  • Estados Pontificios: en el centro, dominios papales.
  • Reino de las Dos Sicilias: al sur, dirigidos por una rama de los Borbones.
La monarquía austríaca, por su parte, mantenía su control sobre la Lombardía, el Véneto, Toscana, Módena y Parma.

A partir de las revoluciones "románticas" de 1820, 1830 y 1848, en Italia empezaron a surgir las primeras teorías de construcción de un Estado liberal unitario, destacando las de Giuseppe Mazzini.

Pocos años más tarde, comenzó el proceso de unificación que se realizó en varias fases, entre 1859 y 1860, gracias a las personalidades de Victor Manuel II y su primer ministro, el Conde de Cavour, gobernantes del Reino de Cerdeña- Piamonte. Utilizando al revolucionario Garibaldi y sus "mil camisas rojas" como brazo armado, consiguieron formar, en 1861, el reino de Italia bajo el poder de Victor Manuel II, de la casa de los Saboya.

No hay que olvidar, de todas formas, que este proceso no se vio completo hasta que, tras la anexión del Véneto en 1866, se concluyó la "conquista" del reino de Roma, en 1870, con la entrada de las tropas de Víctor Manuel II en la ciudad, hasta entonces perteneciente a los Estados Pontificios.



Este momento crucial de la Historia de Italia servirá de trasfondo histórico a El Gatopardo, única novela escrita por Giuseppe Tomasi, príncipe de Lampedusa.

El relato nos lleva a la isla de Sicilia, más concretamente al los palacios de Salina y Donnafugata, regentado por el cabeza de Familia, y auténtico protagonista, Fabrizio Salina, "il gattopardo". ¿Cómo vivía la nobleza siciliana en el año 1861, con el desembarco inminente de los camisas rojas garibaldinos en la isla? ¿Se vería desfavorecida la alta sociedad, tradicionalmente favorable a la familia borbónica?

Éstas preguntas, que podrían parecer más que suficientes para hilar un buen relato, no son más que una mínima parte de las situaciones a las que tiene que hacer frente el enorme y rubicundo Fabrizio, un personaje maravillosamente construido, que a pesar de su inflexible apariencia y su facilidad para montar en cólera, acepta los cambios inminentes que se están produciendo a su alrededor (políticos, familiares, económicos...) con una sensatez y una amplitud de miras mayor que la de sus "colegas" de la nobleza, a los que tiene en la más baja consideración, por no haber hecho nada por adaptarse a los cambios. Puede que esa "amplitud de miras" viniera favorecida por la afición a la astronomía y las matemáticas del conde...

Al autor le queda tiempo, en lo relativamente breve del libro, de tratar casi todas las fases por las que pasa el amor: desde la ceguera inicial, sin tener en cuenta a quién se hace daño, hasta el matrimonio por interés, la infidelidad, los celos, el desinterés más absoluto o el simple cariño. Tancredi, sobrino del Gatopardo, y sus amores con la problemática Angélica, jugarán un papel muy importante en el desarrollo de este punto.

Tampoco puedo terminar este post sin invitaros a que echeis un vistazo a las interesantes reflexiones que hace Lampedusa, en boca de Fabrizio, sobre el paso del tiempo, desde el punto de vista de un hombre adulto ya en el umbral de la vejez: Impresionante el capítulo VI, Uno de los mejores pasajes que he leido en mucho tiempo.

Italia, Historia, amor, odio, el paso del tiempo, riqueza y poder, perfectamente engranados en un texto que se lee con facilidad. ¿Qué mas se le puede pedir a una buena novela?

Yo he utilizado la edición de Cátedra. Lamentablemente, no puedo decir que sea una gran edición, como tiene por costumbre la editorial, porque si bien la traducción parece correcta, de vez en cuando hay ciertos errores de puntuación que, si no se está atento, pueden cambiar el sentido de algunas frases. Ah, y el estudio introductorio no está tan a la altura como cabría esperar.

14/7/08

EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS

Si hay algún capítulo conocido en la Historia del Arte Renacentista, ése es el de la accidentada relación entre Miguel Angel Buonarrotti y el Papa Julio II. Dos caracteres fuertes, difíciles de doblegar, que iniciaron su relación a partir del encargo que realizó el Papa al joven florentino: ni más ni menos que un sepulcro de tamaño colosal que se ubicaría bajo la cúpula de San Pedro.

Los avatares de la historia hicieron que el propio Julio II pospusiera sus deseos de ver terminado el sepulcro en favor de otra magna obra: Pintar los techos de la Capilla Sixtina.


Dicen las malas lenguas que este encargo fue adjudicado a Miguel Angel por consejo de Bramante, arquitecto personal de Julio II, empeñado en desprestigiar a toda costa al joven artista, que ya había demostrado su talento en obras como la Piedad Vaticana, y empezaba a constituir una amenaza.


Miguel Angel, que nunca se consideró otra cosa que escultor, acometió este encargo a regañadientes. Emprendió la obra en cuatro años, entre 1508 y 1512, justo a tiempo para que Julio II pudiera disfrutar del placer de verla terminada, tras tantos desencuentros con el Buonarrotti.


EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS es una película basada en la novela de Irving Stone del mismo nombre. En ella, se nos muestra la relación entre un Julio II muy distinto del retrato de Rafael, y un Miguel Ángel interpretado por Charlton Heston, bastante bien caracterizado.


Sin entrar a buscar errores históricos, que a buen seguro los habrá, el logro de esta película no se centra tanto en el estudio de los dos personajes principales, tan distintos pero a la vez tan parecidos, sino en lo verosímil de los decorados: muchas veces uno duda de si realmente lo son, o no.


El film, grabado en 1965, tiene los pros y los contras que se le pueden buscar a una película que ya tiene 43 años: Aunque los personajes están bien caracterizados, y bastante bien interpretados (especialmente el Julio II de Rex Harrison), se deja notar que lo que más se busca es la grandilocuencia visual. Para ello, y a falta de ordenadores que ahorraran trabajo, se hicieron reconstrucciones de la Capilla Sixtina, de lo que debió ser el "solar" sobre el que Bramante empezó a levantar San Pedro, y se gastó mucho dinero, evidentemente, en vestuario.

En definitiva, no es la película más entretenida del mundo, pero consigue que los que amamos el Arte sintamos cierto gustazo viendo a Miguel Angel practicando el estarcido para siluetear las figuras, o ingeniándoselas para hacer un andamio lo más práctico posible... o pintando La Creación de Adán.

8/7/08

Purgatorio XI, 94-96

Credete Cimabue ne la pintura
tener lo campo, e ora ha Giotto il grido

sì che la fama di colui è scura.

Para los historiadores del Arte, he aquí tres de los versos más importantes de la Commedia de Dante. La traducción más literal sería: "creyó Cimabue en la pintura mantener la primacía, y ahora Giotto tiene tanta fama que la suya se ha oscurecido".

El abrazo en la Puerta Dorada, 1303 - 1305, Cappella Scrovegni, Padua

Estos versos se citan a menudo tanto para ensalzar a Giotto, como muestra de la grandiosidad de su pintura, que se tenía superior a la del gran Cimabue, como para alabar a Dante, poeta que también era capaz de apreciar la pintura y establecer valoraciones críticas sobre este arte. Esto, que en principio podría parecer una ambigüedad que terminase en una alabanza más de dos genios de la Historia, encierra para mí parte de la admiración profunda que siento por Italia en general, y por la Florencia renacentista en concreto. ¿Dante y Giotto no eran góticos?

Dante y Giotto sólo pueden pertenecer a eso que llamamos renacimiento, que en última instancia no es otra cosa que la exaltación vitalista, natural, civil y positiva del hombre. No hay más que pasear por la Cappella Scrovegni o por el Infierno dantesco para sobrecogernos con los duros golpes de realidad que se nos presentan: todas y cada una de las figuras que allí vemos son un ser humano completo, entero; no hay apenas un pecador de Dante del que no nos apiademos ni rostro giottesco que no nos conmueva o nos interrogue sobre su existencia o la nuestra propia. Su universo está formado por hombres, que aun con todos sus lastres y sus deficiencias, son el medio elegido por la Naturaleza para conocerse a sí misma. Y tan alto honor debe ser celebrado.

30/6/08

Paseo por Almazán

Tras una larga noche entre porrones de vino, camareros octogenarios y tres escasas horas de sueño, decidí aprovechar la mañana y pasear por la villa soriana de Almazán.
Me acerqué a su casco histórico por la arboleda que acompaña al curso del río Duero, que lame las laderas del monte sobre el que se yergue orgullosa la población. Desde allí se observa en cada momento la fachada gótica del palacio de los Hurtado de Mendoza, de finales del s. XV y con una bella galería "hispanoflamenca" de arcos rebajados sustentados por pilares ochavados. Allí se estableció la corte de los Reyes Católicos durante algunos meses de 1496 y también la pequeña corte habilitada para el adiestramiento del heredero de España, el enfermizo infante don Juan, muerto en 1497 según dicen algunos, fruto de los ardores amorosos con su bella esposa Margarita de Austria.

Al final de la arboleda cruza un puente sobre el Duero que atravesé buscando un acceso al interior de la villa. Lo encontré por una calle abierta, pero siguiendo la muralla hacia arriba me topé con la Puerta del Mercado, el más imponente acceso fortificado de Almazán compuesto por un doble arco apuntado y flanqueado por dos impresionantes torreones prismáticos. Se le dio el nombre por el mercado que la población judía aznamantina celebraba en sus cercanías.

Desde allí se divisa un nueva iglesia que decidí visitar. No tiene nombre ni emblema alguno en sus muros, ni un cartel indicativo para turistas, pero su triple ábside románico y sus sobrias ampliaciones posteriores aportan una solemnidad mortecina al edificio que te hace preguntarte cuanto tiempo llevarán sus puertas cerradas. Quizás fue una suntuosa iglesia en algún momento del que dejan constancia algunos arranques de arcos góticos al Sur con angelotes sujetando escudos borrados por el tiempo y un sobrio campanario. Hoy he sabido que es la iglesia de Santa María del Campanario.

Bajé entonces una calle que, pasando por la iglesia de San Pedro (s. XVII), desemboca en la Plaza Mayor, dominada por la fachada renacentista del palacio de los Hurtado de Mendoza, comenzada a levantar en la segunda mitad del s. XVI bajo los preceptos del más puro clasicismo romano, flanqueada por dos torres cuyos chapiteles escurialenses no se llegaron a realizar.

Frente a la fachada, la iglesia de San Miguel, joya del románico soriano en la que, aparte de poder observar un decálogo de sistemas constructivos del románico penisnsular, encontramos un pórtico en la entrada, capiteles decorados con cesterías e historiados, un interior con tablas flamencas, tallas góticas y sarcófagos románicos, y sobre todo, una impresionante cúpula mozárabe en perfecto estado con arcos entrecruzados y apertura central para la linterna.


Desde allí, tras observar el curso del Duero desde las alturas del mirador de la muralla, bajé de nuevo al hotel pasando por la Puerta de la Villa, peculiar en sí misma por el reloj público levantado sobre el arco gótico de la muralla en el siglo XVIII, que daba fin a mi visita tocando las 11 de la mañana.

26/6/08

El Puente de la Culebra

En una apartada zona de la Casa de Campo, lindando al término municipal de Pozuelo de Alarcón (y a tan solo 5 minutos a pie de mi casa), se encuentra una de las obras más curiosas de cuantas el arquitecto siciliano Francesco Sabatini realizó para la remodelación de la Casa de Campo a instancias de Carlos III. Dicha reforma se debía centrar en el acondicionamiento del recinto con canalizaciones de riegos, una tapia con diversas puertas que evitase el acceso de extraños, fuentes, rejas, puentes en el arroyo Meaques, etc.
Está fechado en 1782, justo después de acabar sus trabajos para el Jardín Botánico. Se levanta sobre un pequeño estanque en el arroyo gracias a cuatro grandes arcos de ladrillo con tajamares en sus bases que sustentan los dos sinuosos pretiles de granito que dan un enorme aire barroco a la construcción, y sobre los que situó diez pináculos con forma de jarrones rematan la parte superior de la obra.
El objetivo principal de su construcción era levantar un puente estrecho que impidiera el acceso de carruajes, lo que consigue, aparte de estrechando su ancho, dando un trazado irregular a sus serpenteantes pretiles que dificultaría el paso de los carros.

En los alrededores de esta obra, situada en la zona más húmeda y fresca de la Casa de Campo, también podemos encontrar tramos originales de la tapia de Sabatini, una fuente de principios del s. XX y restos de trincheras de la Guerra Civil. Os invito a conocerlo.

25/6/08

Los bordados de Navalcán

En la provincia de Toledo, muy cerca de Ávila; nos encontramos con Navalcán, un lugar privilegiado en el entorno de la Sierra de Gredos que debe su fama a la pervivencia de la antiquísima tradición de las manufacturas textiles, transmitidas de generación en generación. El término "Navalcán" parece ser un compuesto de las palabras “Nava del Can”. “Nava” se refiere a una llanura entre cerros y “Can”, proviene de la derivación del latín “canem”, que significa can o perro. Una región que cuenta también con otros centros de bordados importantes como Oropesa y Lagartera, que a veces han ensombrecido la fama del tejido navalqueño, del cual daremos unas pequeñas notas.

Navalcán es el único lugar, donde se hacía y se continúa elaborando un tipo de bordado de dibujos muy complejos y con una ejecución perfecta que da lugar a tejidos de doble cara, una en positivo y otra en negativo. Este bordado se llama tejidillo o colchado. Consiste en pasar la hebra de arriba abajo y, saltando un hilo, de abajo arriba, haciendo puntadas más o menos largas según lo indique el dibujo que ha de estar hecho sobre papel milimetrado. La dificultad de este tipo de bordado es la atención que hay que mantener para seguir el dibujo. Cuando uno se equivoca no hay más remedio que deshacer. También hay que cuidar el remate y el comienzo de las hebras, que deben quedar completamente ocultas si se quiere que el bordado quede con doble cara. Los dibujos son siempre geométricos, formando cenefas sobre tela de lino y sin esquinas siguiendo esquemas geométricos como meandros o rombos, que entroncan con la tradición de países del Norte de África y orientales como Israel o Persia.

Esta noble labor se ha ejecutado habitualmente en la producción de ropa interior, camisas, camisones y las famosas “gorgueras” bordadas en negro. En tiempos más antiguos adornaban las pecheras, escotes, mangas de camisa y camisones, tanto de hombre como de mujer; colchas de cama, manteles y sábanas. Un uso muy específico del propio pueblo de Navalcán eran los paños de entrevelas, que se usaban en los funerales para cubrir la mesa donde se ponían las velas para el difunto. Los eruditos en la materia sostienen que son labores absolutamente autóctonas y remontan sus inicios al siglo III a.C. Tradicionalmente se hacían sobre lino con hilo de lana, especulándose con la influencia sobre los bordados incas que habrían llevado los navalqueños que pasaron a América en la conquista.

Fueron los moriscos los que nos dejaron el arte insuperable de estos bordados convirtiendo de este modo a Navalcán en una de las cunas del tejido español. Un arte que durante siglos han practicado las mujeres navalqueñas con exquisito primor y considerado como el estilo más antiguo de bordado que hoy existe en España. Y está demostrado: examinada la tumba de la reina Doña Berenguela de Castilla, que fue enterrada en el s.XIII, se descubrieron unos fragmentos de telas bordadas con el mismo punto y técnica que hoy llamamos “tejidillo de Navalcán”.

Ateneo

Comentaros que ayer tarde presenté mi primera conferencia oficial en el Ateneo. El tema francamente no era muy interesante aunque la gente salió muy contenta de la charla: "Representaciones artísticas de los alimentos en torno a la Guerra de Independencia" No es que fuera nada del otro mundo pero hablar durante 45 minutos ante el público en un recinto tan cargado de sabiduría como ese me imponía bastante. Creo que salvé bien la papeleta. Al fin y al cabo era reconfortante verse acogido por la obra de Arturo Mélida. Disfruté del salón de conferencias, desprende gracia, elegancia y sensatez.


La techumbre y la parte superior de los muros de cierre están decorados con motivos vegetales ornamentales y escenas destacadas de figuras alegóricas referidas a la Geometría, la Ciencia, la Poesía, la Música, la Filosofía, etc. Tres de estas escenas alegóricas parecen más trabajadas pues hacen mención a la civilización cristiana como portadora de las Artes, la islámica como madre de la Ciencia y la romana de las Letras. Todo el conjunto iconográfico responde a un lenguaje decimonónico finisecular muy cercano al estilo Art Decó francés. Sin embargo, su representación suelta, casi inocente de sus ligeras formas, y su gama cromática se encuentran apegados a la tradición simbolista muy en la línea de Puvis de Chavannes y posteriormente de la Secession vienesa, especialmente la obra de Klimt.


Bajo esta decoración se disponen los retratos de los directores de la institución, distribuidos de manera corrida en horizontal a media altura de los muros. El lugar desde donde se imparte la conferencia es bajo el retrato y busto del Duque de Rivas, autor de Don Álvaro o la fuerza del sino y primer director del ilustre Ateneo allá por 1835. Desde aquel lugar, y pese a los normales nervios que me atenazaron en un primer momento, pude darme cuenta de un aspecto muy interesante de la sala. Como ya he comentado es obra de Arturo Mélida, quien diseñó asimismo la estatua de Colón que podemos contemplar en Madrid - aunque desplazada de su emplazamiento original - en la plaza que lleva su mismo nombre, y el mismo que levantó uno de los edificios más personales que he encontrado de finales del siglo XIX; la Escuela de Artes y Oficios de Toledo (1882). Creo que alguna vez que hemos ido juntos a Toledo no he podido evitar enseñaros este edificio que está junto a San Juan de los Reyes, casi frente a la Sinagoga de Santa María la Blanca. No me distraigo, en la sala de conferencias del Ateneo aparecen unas ménsulas de hierro a modo de férreos arbotantes sobre los que descansa un altillo o pequeña grada elevada. El peralte de estas trabajadas ménsulas me llevó a pensar en la estructura de hierro que en la Escuela de Oficios toledana conforma el armazón de la galería que da al patio.


El lugar es extraño, casi enigmático por su falta de conexión entre elementos estructurales y decorativos. Digamos que no hablan el mismo idioma, pero este misterio inconexo parece equilibrarse por el espíritu que subyace bajo la creación: la problemática de un estilo propio que identificase nuestra época.

24/6/08

El triángulo de verano

Se acerca el verano, y con él, un buen número de noches despejadas en las que veremos más o menos estrellas dependiendo del lugar en el que nos encontremos. Si son sitios con muy poca contaminación lumínica, podremos disfrutar de la Vía Láctea, y comprender por qué los griegos pensaban que era leche que había derramado el pequeño Hércules del pecho de Hera. Si, por desgracia, estamos en ciudades o no muy alejados de ellas, tendremos que conformarnos con las constelaciones típicas de los próximos meses: el Cisne, la Lira, el Águila, o Hércules, por citar sólo las más importantes.


Peter Paul Rubens - Hércules y la Vía Láctea


Incluso en zonas de mucha luz, habrá tres estrellas que brillarán por encima de las demás, y en ocasiones serán las únicas que podremos distinguir: son las que forman el llamado "triángulo" de verano, en oposición al "hexágono de invierno", en mi opinión mucho más interesante, pero más difícil de disfrutar por las duras condiciones de observación. Actualmente, y en Madrid, la estrella más alta de este triángulo es Vega, de la constelación de la Lira, que será la nueva Estrella Polar (visible todo el año y que marcará el norte) dentro de unos 14500 años, debido al leve movimiento del eje terrestre. Un poco más abajo, a su izquierda encontraremos Deneb, la estrella que señala la cola del Cisne, que no es otro que Zeus cortejando a Leda para que de su vientre nazcan Castor y Pólux y Clitemnestra y Helena de Troya. Esta estrella es la más lejana de las tres, estando a la inasumible distancia de unos 2100 años luz. La tercera, Altair, del Águila, está en cambio bastante "cerca", a 16 años luz de nosotros. Se encuentra un poco más abajo de Deneb y bastante a la derecha. Pero cuidado, Altair no es ese enorme punto brillante que veis a la derecha del todo mirando de frente a Vega. "Eso" es Júpiter, y con un telescopio mediano como el mío, se pueden ver incluso algunos de sus satélites...

16/6/08

Los códices violados

En los años 1438 y 1439 tuvo lugar, en Ferrara y Florencia, un sínodo eclesiástico conocido como Concilio de la Unión. Las iglesias oriental y occidental, separadas ya entonces desde casi cuatro siglos, trataron de reunificarse en lo que ha sido el último intento real hasta nuestros días. Aunque los motivos que impulsaron el concilio fueron sobre todo de carácter político-militar (Constantinopla, capital del imperio oriental de Bizancio, estaba asediada por los turcos y necesitaba la ayuda de Occidente), existían unas diferencias dogmáticas que había que resolver, siendo la más peliaguda la procedencia del Espíritu Santo. La iglesia griega mantenía que procedía sólo del Padre, mientras que los latinos consideraban que también del hijo, y por ello habían añadido a su credo la famosa clásula "filioque", que literalmente significa "y del hijo".

Las discusiones sobre este problema fueron protagonizadas por Giovanni di Montenero por parte latina y por Marco Eugenico de Éfeso por los griegos. A lo largo de varias sesiones durante la primera mitad de 1439, ambos expusieron sus razonamientos, apoyándolos, claro está, de las citas necesarias para mantener sus afirmaciones. Los griegos citaron principalmente autores orientales, mientras que los latinos citaron no sólo los occidentales sino también un gran número de escritos griegos, pues contaban en sus filas con grandes conocedores de esta tradición, como Ambrogio Traversari. La cuestión era que resultaba imposible que los santos que habían realizado los escritos se contradijeran entre sí, ya que todos debían decir lo mismo, porque un dogma inquebrantable de la Iglesia es la infabilidad de los santos respecto a la doctrina.

Muchos fueron los textos leídos y comentados por las dos partes, algunos confusos, otros quizá ambiguos y otros desconocidos por la parte contraria, por lo que despertaban las sospechas en ambos bandos y motivaron acusaciones de falsedad en los códices exhibidos. Sin embargo, a través de los días se fue quitando la paja y se llegó a los textos que contenían en sí la controversia y la solución al conflicto. Se trataba de textos, principalmente de san Basilio, que tanto Montenero como Eugenico habían citado, pero con distinta interpretación. Pronto se dieron cuenta de que no eran exactamente los mismos textos. Las frases que sustentaban la posición latina no aparecían en los códices griegos, que al ser mucho más antiguos (san Basilio fue obispo de Cesarea y por fuerza los textos más vetustos se conservaban en Grecia) podían considerarse como originales, mientras que las mencionadas frases serían probablemente añadidos posteriores hechos con mejor o peor intención.

Sin embargo, Nicolás de Cusa, prelado occidental, había adquirido recientemente en la misma Constantinopla un códice de san Basilio que sostenía las tesis latinas y que era más antiguo aún que los que habían llevado los griegos, ya que estaba hecho de pergamino y no de papel, un material más moderno para la elaboración de estos códices. Esto propició un examen de los libros que los griegos habían llevado al concilio y pudo comprobarse cómo las frases conflictivas no eran añadidos latinos, sino que habían sido cuidadosamente borradas en los textos griegos, algo que gran parte de los bizantinos (e imagino que los latinos si hubieran estado en su lugar) se negó a reconocer . Y esta cancelación, de la que probablemente ninguno de los griegos que asistieron al concilio era responsable, es la que aún hoy mantiene separadas a ambas iglesias...

13/6/08

EL CURIOSO IMPERTINENTE, de Guillén de Castro.



La Compañía Nacional de Teatro Clásico está representando, hasta el 15 de junio, El Curioso impertinente, de Guillén de Castro.

Lo que Cervantes escribió al modo de "novela ejemplar" intercalada en el primer capítulo de El Quijote, el valenciano Guillén de Castro lo convertirá en comedia trágica. El argumento, aunque tratado al modo de la Comedia Nueva Lopesca, es una reinterpretación de historias del mundo clásico, extraídas de libros como la Historia de Heródoto. Nada nuevo bajo ese Sol que nunca se ponía en España.

El argumento, decía, nos cuenta la historia de Lotario y Anselmo, amigos desde la infancia, compañeros en mil batallas, que nunca han tenido secretos entre ellos y han compartido todo hasta el momento. El Destino les pondrá a prueba ahora: ¿podrán compartir también el amor de Camila?

Éste es el dilema principal de esta comedia, situada en Florencia "para poder hablar de las dificultades que plantea una sociedad tramposa que vive con una doble moral, para vituperar el matrimonio, para mofarse del poder y los poderosos", como reza el libreto.

En definitiva, una obra fabulosa, de gran sentido trágico oculto por chispazos cómicos, bien llevados a escena por eficaces actores que se mueven con soltura en el escenario y, sobre todo, entre la cubista y giratoria escenografía.

Por cierto, los amantes de las novelas de capa y espada al estilo de Alatriste, se encontrarán en "El Curioso impertinente" con un personaje, Culebro, que logra en pocas horas lo que intentó (a vuestro juicio queda si lo consiguió) Pérez Reverte en sus novelas.

10/6/08

HEART OF DARKNESS.

Entre 1898 y 1899, Joseph Conrad escribió "Heart of Darkness", una de las cuatro novelas protagonizadas por el marino Marlow.

En este libro, Conrad utiliza sus propias experiencias para crear una aventura a lo largo del río Congo. No es un libro largo: la edición de Alianza no excede las 195 páginas, introducción incluida. Pero el que no sea largo no quiere decir que no nos vaya a proporcionar horas de entretenimiento. Y digo horas, porque es un libro denso como la selva en la que nos adentramos, lento como el curso del río, y en ocasiones agobiante como el clima característico de la zona. Los que busquen aventuras trepidantes y de ritmo acelerado no encontrarán aquí lo que vienen buscando. Aquí encontrarán un libro con dos únicos nombres propios: Marlow el marino, que es presentado en las primeras páginas por un narrador sin nombre, y Kurtz, de quien nos hablará Marlow a lo largo de la historia que él mismo cuenta. El resto de personajes no son lo suficientemente importantes como para recordar sus nombres, así que se quedarán como "los peregrinos", "el timonel", "el ruso"...




Kurtz es el auténtico protagonista de la novela. Todo el relato tiene como objetivo llegar a él; un poco como ocurre en Moby Dick, novela con la que hay tantas diferencias como paralelismos; el más importante, a mi juicio, el poner a la Naturaleza como vara de medir la resistencia del hombre, antes de que caiga en la locura más absoluta. La Naturaleza más cruda se convierte en el hogar de Marlow y su escasa tripulación; un hogar donde no hay lugar a formalismos, ni a formalidades. Una Naturaleza donde el Hombre se encuentra consigo mismo: un lugar donde el Hombre se encuentra con El Horror. ¡El Horror!

El corazón de las tinieblas es un libro fascinante, al que reconozco que no he sacado ni la mitad del jugo que ofrece, porque es un libro para leer de una sentada. De poco vale prolongar la lectura tres semanas, como me ha pasado a mi. Se me ocurre que debe ser un libro perfecto para leer cuando se está enfermo.








6/6/08

LA MEZQUITA DE CÓRDOBA. una breve introducción.

Hay construcciones que dan entidad propia a una ciudad: Bilbao/museo Guggenheim; Santiago y su catedral; Granada/la Alhambra... y Córdoba, cuya imagen está indefectiblemente unida a los arcos de herradura rojiblancos.

La Mezquita de Córdoba es uno de los monumentos religiosos más importantes de toda la Historia del Arte Islámico y, junto con La Alhambra, la máxima representación de este arte en la península ibérica. Fue ideada por Abderramán I, el último heredero de la dinastía omeya, huido en última instancia de una cena donde toda su familia fue pasada a cuchillo por los abbasíes.

El edificio tiene un carácter plenamente islámico; eso, a la hora de hablar de Arte, implica que tiene muy pocas cosas propias de los árabes, y muchas heredadas y recuperadas de los lugares que va conquistando, como iremos viendo.

Como decía más arriba, el edificio primigenio fue ideado por Abderramán I allá por el año 784, con el objetivo de satisfacer las necesidades de la ciudad. No orientó la mezquita hacia La Meca, al SO, como era de esperar, sino hacia el SE... hacia Siria, lugar de donde provenía la dinastía omeya, en lo que parece un acto de rebeldía frente a la recién impuesta hegemonía abbasí, con capital en Irak. Centrándonos únicamente en el aspecto artístico, de esta primera construcción destacan los arcos de herradura, heredados de la tradición visigoda, pero reinterpretados de una manera muy característica: alternando dovelas rojas con blancas, cumpliendo una función no sólo estética, sino funcional, pues al parecer así se evitaba, por la propia naturaleza del material, que los arcos reventaran. Estos arcos se apoyaban sobre columnas recuperadas de edificios anteriores, ya fueran romanos o visigóticos. ¿Para qué tirar algo, si todavía se le puede buscar funcionalidad, no? El caso es que estas columnas tenían basa, algo que hace perfectamente reconocible la parte construida por Abderramán, ya que el resto de ampliaciones eliminarán la basa de las columnas.

Unos años más tarde, cerca de 833, será Abderramán II el que intervenga en la mezquita, añadiendo a las once naves del Haram (sala de oraciones) ocho tramos más y eliminando el antiguo muro de qibla (muro hacia donde se orientan las oraciones)


1.- alminar
2.- muro de qibla
3.- mihrab
4.- haram
5.- fuente para abluciones
6.- shan, o patio.


Muhammad I será el responsable de restaurar, en la primera mitad del siglo IX, la Puerta de San Esteban, original de la época de Abderramán I. La tipología de esta puerta quedará como canónica, y será fruto de copias y reinterpretaciones a lo largo de los años: arco de herradura peraltado, creando un espacio cegado de 3/4 de circunferencia, rodeado por dovelas intercaladas, con eje en la línea de imposta. El trasdós está moldurado y, lo más característico e innovador (aunque se dice que es derivado de la arquitectura romana), todo el arco está rodeado por un alfiz.

Quizá la ampliación más importante fuera la de Abderramán III, (945-961). En el momento en que se convertía en Califa proclamando el Califato Independiente de Córdoba, Abderramán ordenaba la construcción de un alminar, hoy tapado por la torre cristiana (construida por Carlos V en mitad de la mezquita, hay que ser cafre), pero que en su momento sirvió de modelo para todas las mezquitas de la época. También se centró en ampliar el shan (patio), al que dotó de pórticos.



Al Hakem II (961-971) amplió el haram y estableció el muro de qibla definitivo, el que ha llegado hasta hoy. El Mihrab fue decorado por profesionales del mosaico traidos del mismo Bizancio (famoso por sus mosaicos, como se puede comprobar en Rávena), con la característica escritura cúfica. La ampliación de Abderramán III se marcó con el lucernario, de evidente sentido decorativo, pero con una función clara: aportar luz a una mezquita que se estaba haciendo demasiado grande, y a la que no llegaba luz suficiente.

Estas fueron, muy resumidas, las intervenciones más importantes; nos quedaría hablar de la ampliación de Almanzor, que casi dobló la capacidad de la mezquita, aunque no aportó innovación alguna. Y bueno, tampoco podemos mirar hacia otro lado cuando nos toca atravesar un templo cristiano en mitad de la mezquita...

Aquí dejo un plano con las distintas intervenciones, por si os pica la curiosidad, y AQUÍ un artículo más extenso sobre las visicitudes arquitectónicas de este templo.







5/6/08

Sobre las pinturas románicas de Tahull

Sobre la vilipendiada pintura románica se han vertido en ocasiones críticas y falacias, siempre desde entre los incultos que con error tratan de compararla con la obra de los grandes maestros de la Edad Moderna.
A todo aquel que siga pensando así le recomiendo que visite el Museo Nacional de Arte de Cataluña, donde se conservan y exhiben varios de los mejores conjuntos murales del periodo románico en España. Allí se encuentran los frescos de San Clemente y Santa María de Tahull, máximos exponentes de la influencia del estilo lombardo en la Península Ibérica.
Lo primero que nos llama la atención es la magnífica disposición de las pinturas, que, gracias a un excelente trabajo museográfico, están colocadas en una ingeniosa imitación a tamaño natural de los interiores de sus respectivas iglesias, lo que hace comprender al visitante la verdadera dimensión de dichas representaciones pictóricas que llenan muros, arcos y ábsides sin dejar desnudo rincón alguno.

Es de aplaudir el trabajo realizado por conservadores y restauradores que extrajeron los frescos de aquellas iglesias enclavadas en el valle de Boí y las trasladaron a Barcelona para una mejor preservación del conjunto.
El trabajo fue llevado a cabo durante el s. XII por dos maestros distintos, destacando por su mayor calidad de ejecución el que realizó el Pantocrátor del ábside central, aunque la obra en su conjunto es lo que sonprende llenando en su totalidad el muro, aportando una luminosidad que busca atraer al fiel primero para luego aleccionarle en la doctrina cristiana. Los temas, extraídos de las Sagradas Escrituras, son tratados según las formas iconográficas paleocristianas con cierto aire centroeuropeo, y en ellos se empieza a notar tanto cierta libertad compositiva (sobre todo a la hora de representar movimientos bestias, llamas, etc.), como un claro enriquecimiento del colorido (que nos retrae directamente al de los muros de la basílica de Sant Angelo in Formis, en Capua), lo que nos informa de una lenta pero firme evolución pictórica en todos los sentidos.

Si se conservase sólo la mitad de la pintura románica de lo que se hizo en su momento, cambiaría por completo la actual visión de aquellos templos como lugares oscuros y cerrados, envolviéndonos en un entorno casi místico más cercano al orientalismo bizantino que a la acostumbrada sobriedad occidental.

2/6/08

El himno de Mameli

Si somos buenos aficionados al deporte, es decir, si vemos algo más que fútbol, habremos oído más de una vez el famoso Fratelli d'Italia, nombre con que se conoce popularmente a Il Canto degli Italiani, escrito por Goffredo Mameli y cuya música corresponde a Michele Novaro.

Mameli, un profesor genovés y republicano, escribió el texto, con apenas veinte años, en 1847, y el 10 de diciembre se presentó ante treinta mil personas, que rápidamente lo aprendieron y lo expandieron, gracias en parte al clima general revolucionario que se vivía en Europa y que en Italia desembocaría en la primera guerra por la independencia contra Austria en 1848.

Aunque el himno fue desde el inicio tremendamente popular, no pudo ser adoptado oficialmente con tanta rapidez como se hubiera querido, sobre todo por su marcado carácter republicano y antiaustriaco, que aún no era un enemigo declarado. Con el inicio de la guerra, el himno de Mameli se convirtió al menos en oficioso, con las bandas militares que lo hacían sonar en cualquier ocasión festiva.

Ya sin la necesidad de discutir si era el himno oficial o no (lo era de facto), llegó el fascismo de Mussolini, que lo prohibió en 1932 al no hacer referencia ni al Duce ni a la revolución fascista. Quizá por esto fue retomado aún con más ansia por el pueblo italiano tras la liberación del país por las tropas norteamericanas y adoptado de forma provisional en 1946. A pesar de todo, no ha sido hasta 2006 que el himno se ha declarado como oficial.

Con todo, no faltan voces discordantes referentes al texto de Mameli. La principal crítica se basa en su calidad musical (discreta) y en su profundo carácter belicista, que lo hacen algo anticuado estos días. La otra propuesta, que ya se hizo a finales del Ottocento y que nunca llegó a concretarse es la famosa aria Va' pensiero, del Nabucco de Verdi, ni qué decir tiene que de mayor calidad que la música de Novaro, y que encerraba a su vez una identificación del pueblo judío de la ópera con la opresión de Milán por parte de Austria. Sin embargo, nunca llegó a cuajar la idea de identificar a Italia con un pueblo perdedor (como lo es el judío en Nabucco), además de que al aria de Verdi le falta ese tono popular que ha convertido finalmente al Himno de Mameli en el himno oficial de Italia:

Fratelli d'Italia
l'Italia s'è desta
dell'elmo di Scipio
s'è cinta la testa.
Dov'è la Vittoria?
Le porga la chioma,
ché schiava di Roma
Iddio la creò.

Stringiamci a coorte,
siam pronti alla morte,
l'Italia chiamò.

Traducción: "Hermanos de Italia, Italia se ha levantado, con el yelmo de Escipión se ha ceñido la cabeza. ¿Dónde está la Victoria? [Roma] le inclina la cabellera, ¡qué esclava de Roma!, y Dios la creó. Abracémonos en cohorte, estamos preparados para la muerte, Italia llamó."


29/5/08

"Venecia, Tintoretto" Jean-Paul Sartre

Sartre nos propone en este ensayo un viaje por su particular Venecia a través de la figura de Tintoretto, un pintor fiel a la ciudad lacustre, donde residió durante 75 años en los cuales supo ganarse el prestigio de patronos y Scuolas, dejando muestra de tal favor en San Rocco o en la Iglesia de Madonna dell’Orto en el tranquilo barrio de Canareggio. Pese a lo novedoso de su convulsa pintura, embravecida como el mar según el magnífico prólogo del profesor Francisco Calvo Serraller, que nos introduce en la suculenta historia aludiendo a esa pasión del filósofo existencialista por la rebeldía de Tintoretto; su triunfo se debió a las inquietudes de sus mecenas, alejadas de las tranquilas composiciones tizianescas y gustosos del realismo de Jacopo Robusti detto il Tintoretto, más acorde con la situación de continuas luchas con Oriente en las que estaba inmersa la República Veneciana. No es de extrañar por tanto, que el Cuarto Felipe atesorase entre sus colecciones del Alcázar una mayoría de pintura veneciana heredada del buen gusto de su abuelo Carlos V (recordemos por ejemplo el magnífico lienzo del "Lavatorio de los pies" del Museo del Prado).

La rivalidad entre pintores fue una tónica dominante durante el siglo XVI, sin ir más lejos Tiziano hizo todo lo posible para que Tintoretto cayese en el olvido, nombrando como sucesor a Paolo Caliari conocido como il Veronese, pese a la enorme diferencia de edad de ambos. Sastre relata muy bien estas afrentas, como por ejemplo:

“Cuando nació Jacopo, el viejo (Tiziano) tenía cuarenta y un años, y cuando el joven (Tintoretto) intentó por primera vez afirmarse, setenta y dos. Habría sido el momento de ceder el puesto, habría sido un detalle morirse. ¡Que va! Aquel infatigable monarca reinó veintisiete años más; cuando desapareció, centenario, tuvo la suprema dicha de dejar una Pietá inacabada, como las jóvenes esperanzas sesgadas…”

Para Sartre todo es un decorado, una ciudad fantasmagórica que te atrapa cada vez que vas, por eso concluye con la idea que todas las vivencias allí acaecidas no serán más que un espejismo pertenecientes a esa divina atmósfera enaltecida por el constante rumor del agua de los canales, que atravesados por puentes y góndolas, nos transportan a épocas de dogos, pintores, aventureros o seductores.

Carlos V y el Furor

Quizás haya sido la visión primero del imponente Poseidón de bronce y luego del famoso mármol romano, pero justo en ese momento he pensado en la obra más impactante de Leone y Pompeo Leoni.

Entre este bronce y la escultura de Augusto hay tantas similitudes como diferencias, pero lo que es cierto es que Leone Leoni (auténtico creador de la escultura) consigue que su obra respire el mismo aire imperial que podría haberle insuflado cualquier avezado escultor 1500 años antes. La misma actitud sosegada, el paso hacia adelante, el gesto impasible, y sobre todo, los llamativos juegos de manos que centran nuestra atención, un emperador sujetando a su propio furor, y otro que parece amarrar a su pueblo. Basta una ojeada para darse cuenta que ambas efigies quieren dar la misma sensación de seguridad imperial.


Por otro lado, hay que tener en cuenta que la misma imagen de Carlos V trata de ser una proyección hercúlea de la monarquía española, por ello, cuando se le quita la armadura(curiosidad esta constatada por el mismo Portela, auténtica eminencia en estas lides) nos queda un desnudo tan musculoso e imponente que podría haber sido ideado frente al mismo Moisés miguelangelesco. El mismo tipo anatómico se repite en el Furor, que es sujetado por una de las fortísimas manos del emperador, alegoría de la Templanza, una de las cuatro virtudes cardinales, que nos transmite cómo el emperador supo vencer a su propia ira para mantener la calma frente a la lucha contra la herejía.

28/5/08

EL AUGUSTO DE PRIMA PORTA.

Uno de los aspectos a los que Augusto dio más importancia durante su largo mandato fue la propaganda militar. A muchos nos ha llamado la atención la parafernalia que montó Hitler alrededor de su persona y su partido: los famosos desfiles, sus estandartes, sus enormes águilas... hasta la distintiva Cruz Gamada.

Todo esto no fue invención de Hitler, evidentemente: el moreno austríaco no hizo otra cosa que "heredar" la parafernalia romana impulsada, entre otros muchos, por Augusto: todo el arte oficial que se hizo durante su mandato estuvo enfocado a ensalzar sus triunfos y transmitir al exterior una imagen de Imperio sólido y unificado. Desde el Foro Augusto, con el templo de Mars Ultor (Marte Vengador), levantando en honor de su padre adoptivo Cayo Julio César, hasta el Ara Pacis, pasando por la que, sin duda, es una de las esculturas más relevantes dentro de la Historia del Arte: El Augusto de Prima Porta.

Augusto ordenó para sí una escultura de bronce, no conservada hoy, pero igual a la escultura de mármol guardada en los Museos Capitolinos de Roma. En esta escultura se dejaron ver varios rasgos de modernidad entre los que destacaba, sobre todo, la decisión de dejar atrás la estética retratística tardorrepublicana, caracterizada por hacer bustos de los nobles patricios a partir de máscaras mortuorias de cera, dotando a las esculturas de un siniestro realismo (pincha aquí para hacerte una idea); en su lugar, se dio paso a una nueva estética retratística "neoática": si bien no se llegaron a hacer rostros ideales como en Atenas, sí que se tomó, por ejemplo, la tendencia a hacer los ojos grandes, al estilo fidíaco.


Atenas.
Esa es la primera "influencia" que recibe el nuevo estilo imperial augusteo, tan preocupado por enlazar su Imperio con las antiguas tradiciones (no en vano, conminó a Virgilio a escribir la Eneida para enlazar su linaje y el origen de Roma con los antiguos guerreros troyanos).


No es Atenas, decía, la única influencia recibida. Ni mucho menos: la postura, por ejemplo, es herencia directa de la iconografía etrusco-itálica del "orador" de Florencia; la actitud y anatomía se corresponden con el canónico Doríforo, de Policleto. Por fin, los paños, lineales, nos devuelven a la tradición helenística .

Para terminar, no hay que olvidarse de la coraza,
que está decorada con una ilustración histórico-simbólica, cuyo plan iconográfico podéis leer aquí.

En definitiva: es por todo esto por lo que hay que tener en cuenta la importancia que tuvo esta escultura, representación absoluta de la iconografía augustea, que posteriormente será interpretada a su manera por cada uno de los emperadores sucesores.








EL POSEIDÓN DE ARTEMISIÓN.

Hace tiempo que quiero viajar a Grecia. Son incontables las razones, pero una de ellas es ver esta escultura:




Salta a la vista que la musculatura de torso y brazos es rígida, inerte y sin articular, algo por otra parte muy característico de todas las esculturas producidas dentro del que se define como "Estilo Severo" (480 - 450 a.C), primera época de la escultura "clásica" griega. En este aspecto, el Poseidón está lejos aún del buen hacer de Mirón, Policleto y muy especialmente Fidias, que empezaron a revolucionar el mundo de la escultura pocos años después.

Pero...
  • El hecho de que sea uno de los pocos bronces originales conservados de toda la escultura griega clásica (junto con el Auriga de Delfos).
  • La gravedad, la intensidad del momento captado: con el tridente preparado y el objetivo marcado por la rigidez de la mano izquierda.
  • El componente romántico que implica haber encontrado a Poseidón en el mar (cabo de Artemisión, 1928).
Estas tres características serían suficientes para admirar esta escultura... si no fuera porque nos dejamos la más importante: la Majestuosidad Olímpica que esta escultura exuda por sus broncíneos poros. La tranquilidad, la seguridad de saberse omnipotente, de que no va a fallar... y la elegancia que de ello se deriva.

Mirad a la cara a Poseidón. ¿Os podeis imaginar de otra manera al Dios de los Mares?




27/5/08

Epístola de Pietro Martire

El humanista Pietro Martire D´Anghiera vino a España de la mano del Conde de Tendilla para participar en la guerra de Granada y se estableció en Jaén, entonces centro de operaciones del ejército español. Tal era la fama que le precedía que el mismo Talavera le propuso como preceptor de los jóvenes nobles de la corte, como se hacía entonces en los distintos estados italianos. A ello se negó con un rotundo "No quiero nada con Apolo sino con Marte". Allí conoció al joven y erudito provisor de la catedral de Jaén, Diego de Villaescusa, con quien fraguó una sincera amistad.
Cuando hablamos de personajes del pasado, tendemos a tanto a mitificar sus vidas como a sacralizar sus legados. Nada más bello hay que percatarte de que, a pesar de la perpetuidad de su memoria, eran personas de carne y hueso, problemas cotidianos y motivaciones terrenales.
Transcribo a continuación la carta íntegra que envió el italiano al español como muestra de que la erudición no es enemiga de la sencillez ni del buen humor, así como prueba del gesto cotidiano que a veces tan difícilmente asociamos a este tipo de personajes.

A DIEGO DE VILLAESCUSA, EL MÁS BRILLANTE DE LOS TEÓLOGOS, DEÁN DE GRANADA Y PROVISOR DE JAÉN
No se me ocurre qué escribirte especialmente a ti, siendo así que tengo un interés particular en ello, porque estoy en la obligación de hacerlo. No hay ningún negocio entre nosotros. Si me pongo a tratar contigo de asuntos literarios, lenta tortuga iría por el estadio en persecución de un alado corcel. Pienso que es un pecado callar, ni me está permitido el hacerlo, pues que tú me mandas que te escriba. Tiemblo ante tus mandatos, porque eres juez; en razón de jerarquía te tengo respeto, porque tú eres el Deán de la Metropolitana y yo canónigo tuyo, y, finalmente, te tengo veneración a causa de tu sabiduría. No sé, por tanto, qué partido tomar. Pero ya sé qué hacer, Villaescusa. Te tengo cogido, sapientísimo patrón mío. Se me ha ocurrido algo en lo que no me puedas vencer: Sal armado al campo; yo te espero para la lucha cubierto con mi yelmo. Quisiera que a pie o a caballo te encontraras con Mártir armado de pies a cabeza. Me adiestró tu España. Me consta, además por experiencia propia, hasta qué límite llegas en los banquetes, cuando de paso por Jaén (que vosotros creéis Mentesa, donde desempeñas por el Prelado el cargo de Provisor, como vulgarmente se dice) me invitaste en el coro como a canónigo, solamente a siete platos. Tengo un cocinero que sabe preparar maravillosamente ocho platos exquisitos. Mis criados te servirán asimismo de las prensas de Baco vinos más deliciosos que los que tú me ofreciste. Te ruego me indiques si estás dispuesto a luchar conmigo. A tiempo de yo nacer, Marte sopló de frente en mi horóscopo. No sé vivir en la tranquilidad del puerto y me veo arrastrado a buscar con quien pelearme de una manera o de otra. Me dirigiré a otro (y no me faltará quien), si es que tú, o por pereza, o por miedo al sonido de la trompeta animadora o tal vez por envanecimiento con tanto poderío, rehusas. Adiós.

Desde Valladolid a 2 de junio de 1492.

Marte y la sonda Phoenix

Ayer, a la 1:53:53 de la mañana, hora europea, se posó en Marte la sonda de superficie Phoenix, cuya misión será perforar el suelo marciano en busca de hielo y de indicios de vida pasada legada a él. Sin embargo, no es la primera y sin duda no será la última. Repasemos un poco la historia del planeta rojo y de las sondas de exploración.

Marte es un planeta de aproximadamente la mitad del tamaño de la Tierra, con un marcado color rojizo proveniente de la gran cantidad de compuestos ferrosos que sobrevuelan su débil atmósfera, que propicia el interés científico en contra del "cercano" Venus, con una atmósfera mucho más densa que impide a la ciencia de hoy día enviar una sonda para explorarlo. Tiene dos lunas, Fobos y Deimos, una gravedad menos de media vez la de la tierra y es, por norma, extremadamente frío, unos -60 grados de media, aunque en su ecuador puede llegar a los 20 grados positivos en su estación estival. Su elemento más cautivador, amén de sus casquetes polares de abundante hielo, es el Olympus Mons, un antiguo volcán de 27 kilómetros de alto y 600 km de base. Imaginad un volcán de Madrid a Barcelona y que fuera tres veces la altura del Everest y tendréis el Olympus Mons.


Giovanni Schiaparelli elaboró un primer mapa entre 1877 y 1888, debido en parte a los avances científicos, y en parte a su proximidad a la Tierra en aquella época. No fue hasta 1962 que, dentro de la carrera espacial, rusos y norteamericanos se enfrascaran en una lucha científica por obtener los mayores y mejores datos de Marte. Mientras las sucesivas Mars soviéticas (hasta siete) tuvieron como único éxito la toma de algunas fotos de la Mars 4, las Mariner estaodounidenses obtuvieron muchas más fotos que las rusas además de recoger información acerca de la temperatura y la presión atmosférica tanto en el polo sur como en el ecuador. En 1971 la Mariner 9 obtenía miles de fotografías que hacían al fin obsoleto el mapa de Schiaparelli.

Luego llegaron las exitosas Viking en 1976, que supusieron el techo en el conocimiento marciano hasta 1997, cuando la misión Mars Pathfinder fue capaz de desplegar el Sojourner, un gracioso vehículo de seis ruedas, por el suelo de Marte, con gran éxito en el estudio de rocas. Sin embargo, no todo serían parabienes para la NASA, y las misiones de Mars Climate Orbiter y Mars Polar Lander fueron rotundos fracasos, sobre todo la primera, cuyo fallo estuvo en un vergonzoso uso de distintos tipos de medidas, anglosajonas y métricas, que utilizaron los dos equipos de trabajo. No corrieron mejor suerte la Nozomi japonesa o la Beagle 2 de la Agencia Espacial Europea.

Sin embargo, parece que se remonta el vuelo en el conocimiento del planeta rojo con la Mars Reconnaissance Orbiter, lanzada en 2005 y con la actual Phoenix, que extienden sus artilugios para conocer mejor el origen del hielo marciano y su más que probable relación con la existencia de algunos organismos vivos hace millones de años.

Una de las claves en esta investigación es el meteorito ALH84001, que cayó en la Antártida hace unos 13000 años y que tiene una antigüedad de 4500 millones de años. Esta roca, de origen marciano, contiene lo que parecen ser microfósiles del absurdo tamaño de una centésima parte del grosor de un cabello humano.

Aunque todo esto nos suene a cuento de ciencia ficción, sobre todo a nosotros, gente más preparada en humanidades, os animo al menos a leer las noticias que aparezcan en los periódicos estos días, ya que se trata de avances científicos y de conocimiento de inconmensurable valor y que se sustentan en miles de años de conocimientos del Cosmos de algunas de las civilizaciones que tanto y con tanto placer hemos estudiado. No olvidemos que no hay ciencias y letras sino sólo conocimiento.

26/5/08

Indiana Jones

Sirva este post como inciso y guiño dentro de nuestros variados y pseudoeruditos escritos. Este fin de semana he ido dos veces a ver Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, última y definitiva entrega de una de las sagas más influyentes de los últimos cincuenta años de la historia del cine.

Poco contaré sobre la película en sí, sobre todo porque hace apenas cuatro días que la estrenaron e imagino que mucha gente aún no ha podido ir a verla. Sólo diré que este eslabón final de las aventuras de Indy no desmerece a las anteriores de la ya tetralogía de Spielberg y Lucas, aunque obviamente no llega a la insuperable cota de La Última Cruzada.

Las películas de Indiana Jones son el paradigma de la historia de aventuras. Henry Jones Junior, su protagonista, es un arqueólogo que compagina clases en la universidad con excavaciones y expediciones en busca de objetos y restos materiales de las culturas que estudia. Sin embargo, de una manera o de otra, se ve envuelto en búsquedas de reliquias contra aquellos que las codician por el lucro o por el poder, de forma que la trama de la historia resulta en una clásica y siempre atractiva lucha de "buenos contra malos".

Indiana Jones es atrevido, intrépido, inteligente, culto, impulsivo y, sobre todo, muy arrogante, quizá la característica que más apreciamos en un personaje cuando no se trata de incorporarlo a nuestras vidas reales. A su lado siempre hay curiosos y variados secundarios, entre los que destaca su padre, Henry Jones, interpretado magistralmente por Sean Connery en la tercera entrega.

El aspecto más flojo y endeble de las películas es sin duda su fidelidad histórica, pues en aquellas películas donde la trama se urde a partir de acontecimientos históricos reales, el hilo pronto se quiebra en pro de la fantasía, quedando la visión científica relegada por la simple y pura aventura. Y sin embargo, esto me parece algo muy encomiable hoy día, que tantas novelas con afán histórico se escriben y que tantos falsos mitos extienden queriendo hacer pasar por ciencia lo que no es más que ficción. En las películas de Indiana Jones se puede separar claramente la parte histórica de la puramente fantástica, Spielberg no trata de hacernos creer que un hombre de ochocientos años custodia el cáliz de Cristo ni de que en las alcantarillas de Venecia hay tumbas de cruzados con mapas secretos, Spielberg lo único que intenta hacer es divertirnos; y eso lo consigue siempre desde el principio de la película, con diálogos inteligentes, situaciones absurdas, escenas de acción imposibles e incluso con un admirable humor blanco.

Aunque lo que Spielberg quizá no pretendía era crear una generación en la que todos los niños en algún momento se plantearon en su infancia ser arqueólogos. Probablemente se dio cuenta con el tiempo, y a ellos dedica una frase del doctor Jones en su última película: "si quieres ser un buen arqueólogo, sal de la biblioteca". Yo, de momento, el año que viene salgo de mi biblioteca para indagar en archivos, museos e iglesias. Sin látigo, pero recordando lo que dijo Carlomagno...

21/5/08

El libro y el número de páginas

¿Hasta qué punto influye en la lectura de un libro saber de antemano el número de páginas del que consta?

Actualmente estoy leyendo Pedro Páramo (Alicia, gracias) y aunque estoy disfrutando su lectura, creo que saber que el libro no es muy largo contribuye de forma sustancial a mi enfoque de la obra, ya que sé que el final no está lejano, que los giros que está dando Rulfo no pueden ser tan amplios como para no terminar en las cerca de treinta páginas que me quedan por leer. Recuerdo cuando comencé a leer Cien Años de Soledad (quizá el recordar ese libro ahora no es casual); había leído ciento cincuenta páginas y tuve la sensación de que podría haber estado leyendo durante años sin llegar a ningún sitio. Quizá esto le parezca una aberración a mucha gente, pero el comprobar que aún me faltaban al menos cuatrocientas páginas para terminar, me desalentó, me hizo perder el interés por el resto del libro y empañó el ligeramente dulce sabor que iban dejando en mí las líneas de García Márquez.

¿Os imagináis la posibilidad de leer un libro sin saber primero el número de páginas que quedan? Sin saber si una o mil. Obviamente, hoy en día es difícil de hacer y casi imposible, pero pensad por un momento la posibilidad de comenzar a leer un libro sin saber si lo váis a leer en una o en veinte semanas. El punto de vista cambia mucho.

Saliendo de los ejemplos de la literatura hispanoamericana, ¿qué pasaría si comenzáramos a leer la divina Comedia de Dante sin conocer su extensión? Personalmente creo que su carácter tan universal haría que nos sintiéramos defraudados al llegar al final. "¿Ya?", pensaríamos. Yo, al menos, estoy seguro de que me sentiría abandonado, dejado; tal era mi sensación de estar haciendo lo correcto al leer la obra que su lectura se me hizo cotidiana como se me hizo normal de pequeño pasar cinco horas en el colegio. Y sin embargo el libro, por desgracia, no dura una vida...

Una última reflexión surgida mientras escribía esto: leer es algo tan mágico que es una de las pocas palabras que carece de sinónimos...