3/4/08

CÉSAR.

Algo que se aprende trabajando en una librería es que el ser humano tiene necesidad de historias. Basta con echar la vista atrás para darse cuenta: existen historias desde el comienzo de la Historia. Valga la redundancia.

Las historias son tanto mejores cuanto más nos identifiquemos con los personajes. Odiseo, Don Quijote, Ahab. Superman, incluso. Protagonistas imaginarios de historias inventadas por escritores que supieron dar con lo que el Ser Humano necesita: la persecución tenaz de un objetivo que, de difícil, se convierte casi en ideal. El retorno al hogar, la búsqueda del amor ideal, la venganza, la lucha por El Bien.

Mi opinión es que el Ser Humano tiene un defecto (¿o una virtud?): es consciente de su imperfección. Sabe que nunca tendrá la determinación de Odiseo, ni los superpoderes de Superman. (aunque quizás no sea tan difícil encontrar a alguien con la ira contenida de Ahab, ahora que lo pienso). Por eso necesita héroes: Quiere, aunque sólo sea por un rato, sentirse superior a la gente que le rodea. Ya decía Warhol que todo hombre tiene derecho a quince minutos de gloria.

A veces, resulta que no tenemos por qué inventar personajes ideales: Como hay muchos seres humanos, de vez en cuando sale alguno que destaca por encima del resto. Para bien, o para mal. Hitler, Miguel Angel, Napoleón. César.

Cayo Julio César. Perfectamente podría haber sido un personaje de ficción, pues tuvo una determinación y una capacidad de liderazgo fuera de lo común.

Una de las primeras anécdotas que cuenta Putarco en sus Vidas paralelas es su hazaña con unos piratas: capturado y hecho prisionero en un barco pirata, fue condenado a morir crucificado. Pero como andaban un poco cortos de personal, decidieron aprovecharse del reo antes de crucificarlo. Ese tiempo de gracia le bastó a César para convertirse en el líder sin discusión de la embarcación, hasta el punto de permitirse callar a los piratas con un simple gesto. Al final, los bucaneros se hicieron tan amigos del romano, que empezaron a bromear con la crucifixión.. César mismo decía, entre bromas y chanzas, que algún día los crucificaría él a ellos. Lo que no sabían es que César era de todo, menos bromista. Así que, en cuanto llegaron a puerto y fue auxiliado por algún puñado de soldados romanos, crucificó hasta al último de los pobres piratas...

César es de esas personas que se terminan convirtiendo en personajes, porque trascienden lo físico, lo terrenal. Se convierten, ya en vida, en algo más que en un débil cuerpo humano (y tan débil: al parecer, sufría ataque de epilepsia). Fue un animal político que luchó por el esplendor de Roma hasta el día de su muerte.

Otro defecto que tiene el hombre es el miedo al cambio. César estaba determinado a actualizar el agonizante concepto de República Romana (SPQR). Consiguió, después de haber conquistado la Galia, que su rival y anteriormente amigo Pompeyo, huyera de Roma sin ofrecer combate, tras conocer la noticia de que César y sus legiones habían atravesado el Rubicón (riachuelo simbólico que delimitaba los territorios de César y Pompeyo). Aunque esto no impidió un posterior y definitivo enfrentamiento en Farsalia, batalla en la que Pompeyo quedó total y absolutamente desahuciado.

Cuando consiguió convertirse en cónsul vitalicio, tomó medidas que favorecían más al pueblo que a la acomodada, gorda y ambiciosa clase senatorial. Sabía que cuando se quieren hacer cambios, es bueno tener al pueblo contento.

Desgraciadamente, César no pudo ver terminado el profundo proceso de cambio que él mismo inició. Un movimiento conspiratorio iniciado por Marco Junio Bruto, antiguo apoyo de Pompeyo al que César no sólo había perdonado la vida, sino que le concedió el cargo de senador, consiguió crear la ocasión propicia para asesinar a uno de los líderes más brillantes que ha dado la humanidad. Lamentablemente, fue asesinado por espíritus mediocres que pensaron que asesinando al hombre también asesinarían sus ideas... Pero ya sabemos que eso no ocurrió. No podía ocurrir. Incluso su muerte fue una victoria.



3 comentarios:

Alicia dijo...

How impressive...
Había leido el episodio de los piratas de otra manera, vete tú a saber cuándo, vete tú a saber dónde...
Como diría mi abuela: "¡Cagüendiez, ya no hay hombres!"

Alex dijo...

Siempre hay que tener en cuenta el factor leyenda en estos casos, pero lo que está claro es que CÉSAR (con mayúsculas) fue uno de esos personajes que llenan los espíritus del pueblo, una llama ejemplificadora para los pobres parias a los que la vida llenaba de heridas y trasquilones.
Siempre surgirá un nuevo César, pero en este mundo infame lleno de intereses poco valen la pericia y la determinación frente al nepotismo y los enchufes.
Creo recordar que a raiz de su muerte se erigió en los foros el templo de "Marte Vengador". ¿Estoy en lo cierto o me fallan los datos de Taboada?

Fer dijo...

Estoy prácticamente convencido de que si el mismo César se reencarnara en nuestros días no tendría ni la mitad de trascendencia. Nuestro mundo ni quiere ni permite gente como él.
En cualquier caso, es uno de los más grandes de siempre, aun sin episodios más o menos novelescos como el de los piratas.