26/4/08

"La Monstrua" y las bizarrías cortesanas

Cuando uno visita el Museo del Prado y entra en las salas dedicadas a Velázquez, por lógica tiende a obviar algunos pequeños detalles que pasan desapercibidos entre la gran cantidad de obras maestras que allí se exponen. Así, tras esopos, cristos, rendiciones, venados y arrepentimientos equinos se encuentra una sala dedicada al retrato barroco con protagonismo del avilesino Juan Carreño de Miranda.
En ella encontramos, entre serios retratos de la realeza, embajadores y caballeros, una pareja de retratos que reclama nuestra atención: "La Mostrua".

En el primero vemos a una oronda niña ricamente ataviada, aunque sin que ello consiga ocultar su obesidad, acentuada ésta por unos frutos que lleva en la mano y parece dispuesta a devorar. El contraste entre la clara tez y el fondo oscuro no hace sino resaltar las redondeces de su gesto, que apenas ya transmite nada de la inocencia que debería.

A su lado, otro retrato de la misma niña, en este caso desnuda, que se apoya en un podio ataviada con ciertos atributos báquicos como las hojas de parra y el racimo de uvas. En este caso la figura pierde su ya escasa de por sí feminidad, y su silueta es utilizada como modelo de un Baco que resulta sórdido de lo desproporcionado de su físico, y más aún si tenemos en cuenta que su cuerpo está tomado de una niña desnuda.
En este punto es cuando surgen dos posibles interpretaciones de las intenciones del pintor: ¿Quiere representar a Baco mediante el físico infantil corrompido por el exceso o utiliza como excusa el tema mitológico para que todos veamos la deformidad que hizo famosa a la criatura?
Esta "bizarría" se debe al gusto por lo extravagante instalado en una época en la que tanto la Corte como la nobleza reclamaban y atraían personajes deformes, enanos y otras criaturas para su propia diversión. Así ocurrió en este caso, en el que desde la capital se hizo llamar a la "pequeña" Eugenia Martínez Vallejo para distraer a los aburridos cortesanos. Tal debió ser la fama de esta niña de tan sólo seis años de edad, que el pintor asturiano, encargado habitualmente de retratar a insignes personajes como Carlos II o Mariana de Austria, la retrató para la posteridad.

2 comentarios:

Fer dijo...

Impresionante documento, Álex... Son cuadros de estos que "has visto", pero en los que nunca te has fijado mucho. Vamos, creo que es normal, qué espanto de gente...

Alsonfo dijo...

Los poderosos siempre se han reido de los débiles. !Por eso son poderosos! Lo único que cambia es el formato.