26/3/08

Velázquez dibujante


Una de las facetas menos conocidas dentro de la historia del arte español es la del dibujo, que fue entendido mucho más como un medio que como un fin por nuestros artistas, que carecían de la destreza de los italianos. Estos últimos entendieron el proceso del dibujo asociado a una actividad manual necesaria para adquirir destreza y como reflejo de una especulación mental que condujese, como en el caso de Leonardo, al conocimiento último de la realidad de la naturaleza o a la formulación de una belleza ideal, deudora de la pureza que tanto anhelamos, obtenida a partir de la realidad y a través de la especulación, como en Rafael o en Miguel Ángel.

Velázquez tuvo que ser un asiduo dibujante aunque sorprende la escasez de obra conservada. Sus biógrafos, como Pacheco, nos hablan de su constante dibujar durante su época juvenil en Sevilla y su esfuerzo a la hora de captar las expresiones cambiantes de los rostros de las pinturas de los grandes maestros del Vaticano durante su primer viaje a Italia en 1630.

También diseñó el techo del Salón de los Espejos con la historia de Pandora, que pintaron Carreño, Miranda, Rizi, Mitelli y Colonna aunque su intervención se centró, según el texto de Palomino en la distribución de los temas. Sus labores se aproximarían en esta época a las propias de un conservador de museos dentro del Alcázar, que tanto echamos en falta a raíz de su desaparición por un fatuo fuego en la Nochebuena de 1734. ¡Lastimosa pérdida!

Los pocos dibujos que se conservan presentan una notable variedad de técnicas y problemas en su atribución. En ellos se percibe la esencia del arte del genial sevillano: el realismo palpitante en los rostros acompañados de cierto aire de serenidad ante la realidad o la maestría a la hora de ejecutar los trazos que crean las sombras, al tiempo que un matiz melancólico inunda sus dibujos magistrales.

Se conservan algunos apuntes ligerísimos para algunas de las figuras de la Rendición de Breda, dos bellísimas cabezas de muchacha a lápiz negro sobre papel amarillento, una supuesta vista de la catedral de Granada que sorprende por lo novedoso del tema, ocultos en la Biblioteca Nacional. Y en la madrileña Academia de San Fernando tenemos ejemplos de majos embozados, que nos recuerdan las escaramuzas cortesanas alatristianas o el retrato del Cardenal Borja, de lápiz negro muy blando.

Conviene precisar la dificultad de ver estos dibujos por lo que hay que aprovechar la celebración de exposiciones relacionadas con este tema que iniciaron los toscanos tiempo ha con su teoría de “il disegno”.

1 comentario:

Fer dijo...

La verdad es que Velázquez hubo de ser un gran dibujante, y prueba de ello son sencillamente los retratos que hizo, de una grandísima calidad. Sería absurdo deducir que como conservamos pocos dibujos, hizo pocos, pero... Los documentos prueban que Velázquez no fue un pintor "militante" como lo fue Rubens, no se desvivió por pintar como él; es posible que viera su talento como la llave para ascender socialmente y asegurarse una buena posición, que no sintiera la necesidad de "regalarlo" al mundo. Por eso no creo que dibujara mucho más allá de lo estrictamente necesario para su trabajo, no creo que disfrutara mucho dibujando...