9/3/08

Luca Giordano en el Casón del Buen Retiro

Aprovechando mi privilegiada posición laboral no podía dejar pasar la oportunidad de comentar someramente las impresiones que me ha provocado esta importante exposición organizada con motivo de la finalización de las obras del Casón. Posiblemente aporte en un futuro alguna entrega más tratando diversos aspectos y particularidades de algunas obras. Asimismo, espero no desatinar en exceso, pues como bien sabéis, estos siglos XVII y XVIII guardan aún numerosos misterios para mí.
La visita comienza con una presentación de los dos principales protagonistas de la exposición: Luca Giordano y Carlos II. El pintor es representado en un elegante autorretrato que transmite una sensación de orgullo y suficiencia que casi ofende al que lo contempla. La figura se enmarca en un óvalo y se pueden observar los atributos del pintor enalteciendo su labor. Frente a él, y siguiendo un formato similar, Carlos II con armadura. A su lado, la curiosa extracción de una parte de un muro del palacio en el que figura un retrato al fresco de Carlos II.
La siguiente sala nos introduce en el contexto histórico del casón mediante algunas representaciones del mismo y de algunos proyectos de restauración. La sala se completa con dibujos preparatorios de musas, alegorías, etc., además de interesantes estampas que reproducen los frescos que decoraban los espacios entre las ventanas superiores y que representaban los 12 trabajos de Heracles. Tales frescos desaparecieron tras diversos avatares.

La siguiente estancia muestra varios lienzos de formato dispar en los que demuestra su destreza con las composiciones de múltiples personajes y su conocimiento de las figuras alegóricas basándose en la Iconología de Cesare Ripa, como es el caso de Messina restituída a España, o dominio de temas históricos tanto del Antiguo Testamento(Degollación de los Inocentes) como profanos (Turno vencido por Eneas).
Una pequeña sala de transición guarda algunos cuadros de pequeño formato. Excepto dos retratos el resto son bocetos para diferentes decoraciones murales. Merece la pena mencionar las tres composiciones pertenecientes al ciclo de la Batalla de San Quintín, apuntando gran habilidad para pintar escenas de batallas.

La siguiente estancia trata el polémico asunto de la gran capacidad de Giordano como imitador de otros artistas, práctica habitual den pintores noveles, siempre que estos no lleguen al extremo de copiar hasta la firma del pintor imitado, como así hizo Giordano en algunas ocasiones, lo que le ha acarreado una adversa fortuna crítica durante mucho tiempo. Así, nos encontramos con varias obras de su mano ubicadas junto a originales de los pintores a los que imita.

Destaca la Sagrada Familia de Rafael, de un colorido tan suave y una dulzura tan extraordinaria que simplemente por ella merece la pena visitar la exposición. En la misma sala sorprende la baja calidad de alguna obra de Giordano, asunto este que trataré en otra ocasión.
La última estancia previa al Salón de Embajadores contiene algunos lienzos de diferente formato. Dos de ellos son composiciones verticales de tema mitológico que sobresalen por la excelente solución que da creando espacios entre los distintos planos evitando que se ahoguen entre ellos.
El salón central exhibe la bóveda con la magnífica
Apoteosis de la Monarquía Española, uno de sus grandes 5 murales al servicio de Carlos II. Sería demasiado extenso entrar en detalles iconográficos y compositivos, por lo que sólo diré que salvo algún pequeño defecto en cuanto a perspectiva, ésta obra encumbra a Luca Giordano como principal decorador de finales del XVII. Para una mejor comprensión del conjunto, sobre una mesa se expone un esquema explicativo de los temas representados.

Bajo ella se disponen varios cuadros históricos (algunas batallas ensalzando a la monarquía española encarnada en la figura de Fernando el Católico) y bíblicos, pero sin duda el más curioso es Rubens pintando la alegoría de la Paz. Una composición en la que Afrodita rechaza a Ares, Dios de la guerra, mientras en Furor se retuerce para liberarse de las cadenas de le atan ante los cañonazos que anuncian el inicio de la guerra. Todo ello en presencia del mismo Rubens que observa al espectador. No deja de sorprender la adopción del estilo del flamenco por parte del napolitano, tanto en anatomías y vestimentas como en la gama cromática, que se encamina directamente al barroco flamenco de Van Dick o Frans Hals.

Como colofón, al final del recorrido se expone un breve pero interesante reportaje fotográfico sobre el Casón y sus distintas vicisitudes históricas. En mi opinión, gran idea en cuanto al aporte de cierto sentido educativo de la exposición.
En definitiva, un buen plan vespertino para ser comentado a posteriori en alguna de las tabernas cercanas.

4 comentarios:

velarde dijo...

Luca Giordano también conocido como Luca "fa presto" por la presteza con la que ejecutaba sus obras..bella muestra la exhibida en el antiguo Salón de Reinos del Buen Retiro!!

Fer dijo...

Colocar una obra de Raffaello para que se compare a la de otro pintor es un acto de perfidia y mala intención.
En cualquier caso, tendré que pasarme a ver el Casón.

Alsonfo dijo...

Y tu obispo?? No me creo que lo haya echado en falta... Bien chavales, bien! Por cierto estopi, lo de Boullée de la firmitas y la utilitas lo comenta Peter Collins, y si lo dice él...

Alsonfo dijo...

Aprovecho para deciros que he intentado insertar una imagen en Visionarios pero debido a mi torpeza sin remedio para estas cosas pues no ha salido, pero creo que conozco la manera de hacerlo posible...que no es poco!