Sirva este post como inciso y guiño dentro de nuestros variados y pseudoeruditos escritos. Este fin de semana he ido dos veces a ver Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, última y definitiva entrega de una de las sagas más influyentes de los últimos cincuenta años de la historia del cine.
Poco contaré sobre la película en sí, sobre todo porque hace apenas cuatro días que la estrenaron e imagino que mucha gente aún no ha podido ir a verla. Sólo diré que este eslabón final de las aventuras de Indy no desmerece a las anteriores de la ya tetralogía de Spielberg y Lucas, aunque obviamente no llega a la insuperable cota de La Última Cruzada.
Las películas de Indiana Jones son el paradigma de la historia de aventuras. Henry Jones Junior, su protagonista, es un arqueólogo que compagina clases en la universidad con excavaciones y expediciones en busca de objetos y restos materiales de las culturas que estudia. Sin embargo, de una manera o de otra, se ve envuelto en búsquedas de reliquias contra aquellos que las codician por el lucro o por el poder, de forma que la trama de la historia resulta en una clásica y siempre atractiva lucha de "buenos contra malos".
Indiana Jones es atrevido, intrépido, inteligente, culto, impulsivo y, sobre todo, muy arrogante, quizá la característica que más apreciamos en un personaje cuando no se trata de incorporarlo a nuestras vidas reales. A su lado siempre hay curiosos y variados secundarios, entre los que destaca su padre, Henry Jones, interpretado magistralmente por Sean Connery en la tercera entrega.
El aspecto más flojo y endeble de las películas es sin duda su fidelidad histórica, pues en aquellas películas donde la trama se urde a partir de acontecimientos históricos reales, el hilo pronto se quiebra en pro de la fantasía, quedando la visión científica relegada por la simple y pura aventura. Y sin embargo, esto me parece algo muy encomiable hoy día, que tantas novelas con afán histórico se escriben y que tantos falsos mitos extienden queriendo hacer pasar por ciencia lo que no es más que ficción. En las películas de Indiana Jones se puede separar claramente la parte histórica de la puramente fantástica, Spielberg no trata de hacernos creer que un hombre de ochocientos años custodia el cáliz de Cristo ni de que en las alcantarillas de Venecia hay tumbas de cruzados con mapas secretos, Spielberg lo único que intenta hacer es divertirnos; y eso lo consigue siempre desde el principio de la película, con diálogos inteligentes, situaciones absurdas, escenas de acción imposibles e incluso con un admirable humor blanco.
Aunque lo que Spielberg quizá no pretendía era crear una generación en la que todos los niños en algún momento se plantearon en su infancia ser arqueólogos. Probablemente se dio cuenta con el tiempo, y a ellos dedica una frase del doctor Jones en su última película: "si quieres ser un buen arqueólogo, sal de la biblioteca". Yo, de momento, el año que viene salgo de mi biblioteca para indagar en archivos, museos e iglesias. Sin látigo, pero recordando lo que dijo Carlomagno...
4 comentarios:
Muy buen análisis del "espíritu Jones". Muchas veces, al visionar estas películas, se nos olvida ponernos los ojos de niños, y nos quedamos con la mirada torcida de los adultos: "esto no es así", "esto está mal", "ese uniforme no es de esa época".
Conforme nos hacemos mayores nos cuesta más pasarlo bien con películas como ésta que, aparte de estar fantásticamente filmada (Spielberg sólo sabe hacer las cosas bien), está concebida para eso, para pasar un rato agradable y reirnos con nuestro arqueólogo favorito.
A mí lo que más me gustó fue las escenas de acción "a la antigua", y que encajara sorprendentemente bien el personaje del chico.
Lo malo es que un Indy que no quiere quedarse los objetos, sino "devolverlos" (!!!) (y no me vale el ejemplo de la segunda peli, porque el canto aquel de las tres rayas era una mierda) y que no tiene una chica nueva sino que SE CASA CON LA PRIMERA (!!!!!!!!!!!!!!!) me decepcionaron un poquillo...
Pues a mi me hizo muchísima gracia que de repente apareciera Marion, la chica más Jones de todas las pelis.
Lo he repetido mil veces, es una película de aventuras en la que sabes lo que vas a ver (aunque en lugar de nazis son rusos los que caen del camión), si la gente busca rigor histórico, mejor que lea la Logia Catorce.
Eso sí, el final "made in Spielberg" se lo podían haber ahorrado.
Entro en esta página, y me sale decir "visionar" en vez de "ver". ¿Por qué?
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