13/5/08

El Hallelujah de Haendel

El Hallelujah de Haendel es la transmisión del mejor mensaje posible para la Humanidad condensado en una sola palabra. La nueva es que el Señor ha resucitado, y con ello la salvación del hombre es posible, porque Cristo ha vencido a la muerte y ya gobierna los cielos.

La pieza comienza con un sonoro "hallelujah" que durante los primeros compases es la única palabra: "alabad a Dios", grita la Humanidad. En el mayor de los modos mayores, se expande la noticia y sólo cabe cantar "aleluya", "for the Lord God Omnipotent reigneth", "porque el Señor Dios Omnipotente reina". Mientras esta nueva corre a todos los rincones, el coro de sopranos insiste: "Hallelujah! Hallelujah!".

Cuando comienza a decaer la euforia incial, se ofrece al fin con más detalle lo que sucede: "The kingdom of this world has become the kingdom of our Lord and of his Christ", "el reino de este mundo se ha convertido en el mundo de nuestro Señor y de su hijo Cristo". Después, el mensaje crece ("And He shall reign forever and ever", "y Él reinará para siempre") y emerge desde la tierra hasta los cielos, se transporta desde los bajos a los tenores, de estos a las contraltos y de aquí a las sopranos, que se separan de las voces terrenas para convertirse en emisarias del mensaje celestial y elevarlo cada vez un poco más a Dios subiendo el canto: "King of kings, Lord of lords" "Rey de reyes, Señor de señores". A esto contesta la Humanidad entera: "forever and ever, hallelujah, hallelujah".

Y finalmente, cantan todos los hombres con una sola voz: "King of Kings", para que el cielo confirme: "forever and ever"; "Lord of Lords" le proclaman los hombres, "Hallelujah! Hallelujah"
se oye desde el reino de Dios. Y bajo este festejo se extiende por unos compases más la más grande pieza coral jamás creada.

Recientemente falleció Luis Gracia Iberni, maestro de Historia de la Música. Al enterarme de esta horrible e inmerecida noticia recordé inevitablemente su explicación del Hallelujah de Haendel, de la que mis palabras sólo pretenden ser un débil eco. El único consuelo que encontré fue en estar seguro, de que si dios existe, le abrió las puertas del cielo a su alma resucitada mientras el coro celestial llenaba su entrada de los más hermosos e inimaginables cantos.

In Ludovici Gratiae Ibernii memoriam.

4 comentarios:

AliciA dijo...

Enhorabuena por este post, seguís con mucha fuerza!
Esta es una de las piezas favoritas de mi padre, ahí donde le veis (banquero ateo): le remitiré a este post.

Javier dijo...

La verdad que para Iberni no puede haber más que palabras de agradecimiento. Sus clases eran de lo menos ortodoxas, y seguramente por eso asimilamos tan bien sus mensajes.

Gracias a él sé, por ejemplo, que las composiciones de John Williams son, en ocasiones, burdas copias de Wagner.

En fin, que muy bien. Por cierto, el latinizar el nombre de Iberni... lo más de lo más, eh??

Fer dijo...

Alicia, yo tampoco soy creyente...
"Javi", lo del latín es una filigrana irrenunciable...

Alex dijo...

Me gusta el post, se nota que has disfrutado escribiéndolo.
Sí crees: en Di Michelle y el Kun, jejejeje.
Le habrías encantado a Nebrija, todo lo pasas por el filtro del latín, como obligaban las normas impuestas por Villaescusa en Salamanca en 1512.