En los años 1438 y 1439 tuvo lugar, en Ferrara y Florencia, un sínodo eclesiástico conocido como Concilio de la Unión. Las iglesias oriental y occidental, separadas ya entonces desde casi cuatro siglos, trataron de reunificarse en lo que ha sido el último intento real hasta nuestros días. Aunque los motivos que impulsaron el concilio fueron sobre todo de carácter político-militar (Constantinopla, capital del imperio oriental de Bizancio, estaba asediada por los turcos y necesitaba la ayuda de Occidente), existían unas diferencias dogmáticas que había que resolver, siendo la más peliaguda la procedencia del Espíritu Santo. La iglesia griega mantenía que procedía sólo del Padre, mientras que los latinos consideraban que también del hijo, y por ello habían añadido a su credo la famosa clásula "filioque", que literalmente significa "y del hijo".
Las discusiones sobre este problema fueron protagonizadas por Giovanni di Montenero por parte latina y por Marco Eugenico de Éfeso por los griegos. A lo largo de varias sesiones durante la primera mitad de 1439, ambos expusieron sus razonamientos, apoyándolos, claro está, de las citas necesarias para mantener sus afirmaciones. Los griegos citaron principalmente autores orientales, mientras que los latinos citaron no sólo los occidentales sino también un gran número de escritos griegos, pues contaban en sus filas con grandes conocedores de esta tradición, como Ambrogio Traversari. La cuestión era que resultaba imposible que los santos que habían realizado los escritos se contradijeran entre sí, ya que todos debían decir lo mismo, porque un dogma inquebrantable de la Iglesia es la infabilidad de los santos respecto a la doctrina.
Muchos fueron los textos leídos y comentados por las dos partes, algunos confusos, otros quizá ambiguos y otros desconocidos por la parte contraria, por lo que despertaban las sospechas en ambos bandos y motivaron acusaciones de falsedad en los códices exhibidos. Sin embargo, a través de los días se fue quitando la paja y se llegó a los textos que contenían en sí la controversia y la solución al conflicto. Se trataba de textos, principalmente de san Basilio, que tanto Montenero como Eugenico habían citado, pero con distinta interpretación. Pronto se dieron cuenta de que no eran exactamente los mismos textos. Las frases que sustentaban la posición latina no aparecían en los códices griegos, que al ser mucho más antiguos (san Basilio fue obispo de Cesarea y por fuerza los textos más vetustos se conservaban en Grecia) podían considerarse como originales, mientras que las mencionadas frases serían probablemente añadidos posteriores hechos con mejor o peor intención.
Sin embargo, Nicolás de Cusa, prelado occidental, había adquirido recientemente en la misma Constantinopla un códice de san Basilio que sostenía las tesis latinas y que era más antiguo aún que los que habían llevado los griegos, ya que estaba hecho de pergamino y no de papel, un material más moderno para la elaboración de estos códices. Esto propició un examen de los libros que los griegos habían llevado al concilio y pudo comprobarse cómo las frases conflictivas no eran añadidos latinos, sino que habían sido cuidadosamente borradas en los textos griegos, algo que gran parte de los bizantinos (e imagino que los latinos si hubieran estado en su lugar) se negó a reconocer . Y esta cancelación, de la que probablemente ninguno de los griegos que asistieron al concilio era responsable, es la que aún hoy mantiene separadas a ambas iglesias...
3 comentarios:
Sin embargo, hay algo que no entiendo muy bien: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son lo mismo? Cuál sería la diferencia sostenida por las Iglesias?
Como bien dicen en P. Tinto, "Dios es uno y trino". O sea, que es a la vez uno y tres. La iglesia de occidente (la católica) sostiene que proviene tanto del Padre como del Hijo, mientras que la iglesia oriental (la ortodoxa) dice que proviene sólo del Padre, aunque admite que a través del Hijo. Como puede verse, la diferencia es una preposición.
Realmente las diferencias entre las dos iglesias es más de tradiciones y de política, pero para justificarlas tienen que basarlas en algo dogmático. Y supongo que esto fue lo primero que se les ocurrió...
"Pues mira, yo lo de que Dios sean tres lo entiendo, pero lo de que uno de ellos sea una paloma... es que no lo veo!"
jajajajaa: P. Tinto, que gran película!!!
Hay que ver qué lio por un quitame allá esas pajas...
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