8/2/08

Frankenstein

La lectura comunitaria de cuentos fantásticos y oscuras historias de terror que cayeron en manos del círculo intelectual de Mary Wollstonecraft Shelley dio como resultado una de las novelas góticas por excelencia: Frankenstein (o El moderno Prometeo). A orillas del lago Ginebra Lord Byron, el médico Polidori, Percy Shelley (fututo marido de Mary) y la propia Mary W. Shelley deciden crear cuentos inspirados en estas lecturas como pasatiempo a sus largas estancias en tierras suizas. Estos hechos ocurren en 1816.

La primera edición de Frankentein fue publicada en 1818. Escrita por M. Shelley, una joven chica de apenas 18 años, fue dada a conocer al público como una novela anónima, pues su familia no estaba muy bien considerada por sus ideas liberales en una Inglaterra predominantemente conservadora. La publicación corrió a cargo de Percy, quien contribuyó a su configuración final anotando ciertos matices y mejorando registros lingüisticos y literarios.

El valor de la obra radica en su contemporaneidad. Se desprende de sus páginas una experiencia personal centro de gravedad del pensamiento decimonónico: el individuo frente a la sociedad. En torno a este parámetro gira toda la obra, a la que se suman circunstancias complementarias que avivan este sentimiento de aislamiento.

Víctor Frankenstein es un joven estudiante de Ciencias con inquietudes personales de conocimiento. Desea llevar al extremo su saber preguntándose si sería capaz de poder animar lo inanimado, es decir, crear vida. A la altura de un Dios crea vida de partes inertes. Pero su creación es monstruosa, de la que huye horrorizado. El monstruo creado habla, es sensible, se educa mediante la observación de otros, pero se revela a su creador haciéndole culpable de su desagradable aspecto y, por tanto, del rechazo humano, así como de su abandono.

La obra (que no os voy a desentrañar, claro), por tanto, es deudora de los planteamientos evocados un siglo antes por J. Addison y continuados por Burke a mediados del mismo: el individuo es consciente de sus capacidades y no tolera lo convencional, aflorando una verdadera personalidad pasional individual que encarnará los futuros valores empíricos de completa realización en armonía con la Naturaleza. De la misma manera, todo el ambiente de la obra parece encontrarse acorde con este ánimo del que es infundido el protagonista y que durante toda su lectura no ha hecho sino evidenciar las referencias pictóricas contemporáneas.

2 comentarios:

Fer dijo...

Oye, muy grande, así da gusto...
Ves cómo esto está bien pensado?
En serio, es genial leer cosas así.
Vamos!!

Alicia dijo...

Jo! Y además de aquella reunión salió el primer relato vampírico de la historia de la literatura, de mano del servicial Polidori. Lo llamó The Vampire, y dicen las malas lenguas que el modelo que siguió para la creación de este seductor, aunque horrible, ser fue el de su propio amo, paciente y "amigo", a quien tenía un poco de manía en el fondo,el propio Lord Byron.
La calidad de este relato no era muy buena, pero su valor está en... en que creó un género, claro.