9/2/08

LA TÚNICA DE JOSÉ

La parte buena de ser un paleto redomado en ciertos temas es que, en ocasiones, queda intacto el sentido de la sorpresa. No digo que me sienta orgulloso de ser un inculto, cuando reconozco que apenas sabría comentar nada interesante sobre Velázquez; lo que quiero compartir con vosotros es la agradable sensación de sorpresa que sentí el jueves pasado, cuando me encontré frente a este cuadro:





Lo primero que me vino a la cabeza fue algo que los cartelones de la sala me vinieron a confirmar minutos después: "Este cuadro es MUY italiano". Efectivamente, Velázquez lo pintó allá por 1630, en su primer viaje a Roma.

Los colores de las túnicas declaran el conocimiento de Velázquez de la pintura veneciana, al igual que la disposición en perspectiva del suelo, quizá inspirada en Tintoretto y su Lavatorio de los pies, cuadro que perteneció a Felipe IV (aunque he sido incapaz de encontrar la fecha de adquisición) y con el que, dudo que casualmente, compartió habitación durante muchos años en la Sacristía de El Escorial.


La anatomía, dicen, está inspirada en Miguel Ángel. Es difícil imaginar que Velázquez perdiese la oportunidad de contemplar la monumental obra del italiano, pero dudo que fuera su única inspiración, ni mucho menos la más importante. La musculatura del hermano que aparece de espaldas es mucho más delicada que las empleadas por Miguel Ángel y, en mi humilde opinión, creo que debe más a los modelos escultóricos clásicos. No en vano, el segundo viaje del sevillano a Italia tuvo por objeto, entre otras actividades de corte diplomático, el hacerse con una colección de vaciados en yeso de las principales esculturas romanas.

Sobre la composición del cuadro, tengo poco que decir. En un primer momento me recordó a la Calumnia de Apeles de Botticelli, pero una mirada de refresco al cuadro del florentino disipó tal opción: si bien ambos pintores narran una "historia" escrita de izquierda a derecha, la de Botticelli ofrece una disposición más dinámica y revuelta de los personajes, mientras que Velázquez dispone a los hermanos de José en una línea en perspectiva, perfectamente marcada en el cuadro, tanto por los pies de los hermanos, como por la vara que hay en el suelo, y que sigue una dirección opuesta a la seguida por la línea de los azulejos.

Llama la atención la cara del hermano con cara de sorpresa, que, si os fijais, es el mismo modelo que utilizó Velázquez en La fragua de Vulcano, cuadro, por cierto, pintado en los mismos años.

Para terminar, me quedo, como ya he dicho antes, con el inagotable poder que tienen los grandes artistas de sorprender. Espero que nunca perdamos la capacidad, la posibilidad de sorprendernos. Sea con la manifestación artística (o no artística) que sea.


1 comentario:

Fer dijo...

Es un pedazo de cuadro. No sé si lo hace más interesante el que lo veamos menos o el cuadro en sí... Lo de la "anatomía miguelangelesca" siempre queda bonito, y aunque a partir de 1500 hay que decirlo casi por norma, también es cierto que la influencia no tiene que ser siempre en primer lugar Miguel Ángel.